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EDITORIAL

Ni un día más

No se puede sostener ni un día más al bulócrata Sánchez, incapaz de decir una verdad en un momento en el que la ciudadanía necesita más que nunca certezas.

Cuanto más avanzamos en esta crisis del coronavirus, más obvio resulta que estamos en las peores manos posibles. No hay medida de Sánchez y su banda que no parezca –y probablemente sea– improvisada, la salida del estado de alarma es un conjunto confuso de reglas arbitrarias tomadas sin otra prioridad que la propaganda política, el Gobierno es un caos de facciones a cuál más inepta y la economía está dando señales cada vez más claras de que nos acercamos a un precipicio de una profundidad que ni los más pesimistas se habían atrevido a pronosticar, mientras autónomos y empresas son masacrados a sangre fría.

En estas circunstancias, y puesto que el Gobierno ya ha demostrado lo que se puede esperar de él, cabe preguntarse qué es lo más responsable que puede hacer la oposición. Normalmente, en una situación tan grave como la que está atravesando España, no sería recomendable añadir a las crisis sanitaria y económica la política; pero ante la debacle en la que nos encontramos y la extrema incompetencia de Pedro Sánchez y compañía, es obvio que los partidos del centro-derecha no pueden sostener ni un día más a este Gobierno.

No se puede sostener ni un día más al bulócrata Sánchez, incapaz de decir una verdad en un momento en el que la ciudadanía necesita más que nunca certezas y saber qué es lo que realmente está pasando. No se puede sostener ni un día más al nefasto ministro Illa y a su títere Fernando Simón, que han demostrado sobradamente una incompetencia sólo comparable a la magnitud del reto que afrontan y para el que, obviamente, no están preparados. No se puede sostener ni un día más a Pablo Iglesias y a sus ministrejos bolivarianos, decididos a aprovechar las circunstancias para acabar con la oposición, la prensa crítica y el orden constitucional. Y no se puede sostener ni un día más a una cáfila de asesores y expertos incapaces de ver la política como otra cosa que un juego de suma cero que se disputa en los dominios del marketing.

Hasta el momento, el PP ha apoyado los sucesivos estados de alarma por sentido de Estado y responsabilidad. Está claro que el PSOE no se habría conducido igual: cómo olvidar que, cuando tuvieron la oportunidad de estar junto al Gobierno en un momento de crisis y drama nacional, se lanzaron a asaltar las sedes del PP en la infausta jornada de reflexión del 13-M.

Los populares no pueden seguir prestando ese apoyo incondicional a un Pedro Sánchez que ya ha demostrado sobradamente que no lo merece: es hora de forzar al PSOE a un cambio de estrategia. No será una decisión fácil para Pablo Casado, pero, aunque parezca que no prolongar este caótico y liberticida estado de alarma nos deja ante el abismo, lo que de verdad nos está conduciendo a él es este Gobierno incapaz con ínfulas totalitarias.

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