En un Gobierno cuya gestión es deficiente en muchas facetas, no hay ningún ministro que acumule tantos motivos para ser cesado fulminantemente como Cristóbal Montoro. De hecho, este lunes ha establecido una marca difícil de superar: en un solo día ha dado tres motivos que justificarían por sí solos su destitución: su injustificable manipulación para hacer aparecer a la Comunidad de Madrid con más déficit del que realmente tiene, el hecho de que la propia Administración General del Estado haya superado en noviembre la cifra de déficit que tenía asignada para todo el 2013 y unas declaraciones profundamente desafortunadas de las que se desprende que ciudadanos y empresas van a seguir siendo machacados a impuestos sin la menor piedad.
Lo crucial no son las decisiones puntuales, o las numerosísimas salidas de pata de banco de un ministro que se ensaña con los débiles –la tan humillada como ofendida clase media, gran víctima de sus salvajes subidas de impuestos– y se muestra servil con los chantajistas devenidos entes todopoderosos por obra y gracia de gente como Montoro y su señor, Mariano Rajoy, es decir, los secesionistas que gobiernan pésimamente Cataluña, que año tras año incumplen los objetivos de déficit. Lo crucial es el fracaso absoluto de una gestión que no ha logrado ninguno de los objetivos que se ha ido marcando en estos dos años: subió el IRPF para no tener que subir el IVA y acabó subiendo el IVA; machacó a los contribuyentes para que la recaudación no bajase y la recaudación acabó bajando, como no nos hemos cansado de denunciar desde estas páginas; decretó una amnistía fiscal que recaudó una ínfima parte de lo previsto pero aprovechó a sujetos como el extesorero del partido de Montoro y Rajoy, Luis Bárcenas; y, por supuesto, ha incumplido los objetivos de déficit asignados por Bruselas, incluso tras sucesivas revisiones a la baja.
Todo lo que ha emprendido Montoro en estos dos años ha sido un fracaso, ha resultado contraproducente o ha tenido consecuencias funestas para la economía española, la marca España o la imagen pública de su Gobierno y del Partido Popular.
Cada minuto que se prolonga su permanencia en el Ejecutivo, Rajoy y los suyos tienen menos crédito, la verdadera recuperación económica se aleja y las clases medias pierden una cuota aún mayor de la prosperidad de que disfrutaban años atrás.