El Gobierno socialcomunista está protagonizando un ridículo espantoso a cuenta de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, como ocurre cada vez que le toca enfrentarse a un problema real. Los choques entre un PSOE oportunista y alejado de los parámetros de la socialdemocracia europea con el movimiento ultraizquierdista con el que forma coalición han sido proverbiales a lo largo de la legislatura, pero con la agresión militar de Rusia contra Ucrania están alcanzando cotas realmente grotescas.
Por un lado, los socialistas pretenden colaborar con Ucrania bajo el marco de la UE enviando militares y armamento, pero asegurando a su vez que se trata de una ayuda para la paz y sin carácter ofensivo. El PSOE no quiere soliviantar a los votantes que lo llevaron al poder tras los atentados del 11 de marzo de 2004 con la campaña infame del No a la Guerra, aunque para ello tenga que insultar a los casi mil militares españoles desplegados en las cercanías de Ucrania, que están poniendo en riesgo su vida participando en una guerra.
Los podemitas, por su parte, no quieren molestar en exceso a su socio de Gobierno gracias al cual sus dirigentes disfrutan de despacho, grandes sueldos y coche oficial, pero han de representar también ante sus bases, cada vez más reducidas, el papel antibelicista que siempre les ha caracterizado. De ahí que protagonicen astracanadas tan notorias como las concentraciones convocadas estos días ¡en contra de la OTAN!, con tal de no decir una palabra en contra del líder comunista que está asesinando ucranianos inocentes tras invadir su país.
Pero Putin es un comunista ortodoxo y su guerra contra Ucrania consecuencia de la lógica marxista, que no reconoce fronteras y busca expandir sus áreas de influencia imponiéndose cuando es necesario por la fuerza de las armas. En realidad, Putin hace lo mismo que sus antecesores en la antigua URSS, que no vacilaron en llevar la guerra a numerosos países de Europa y Asia de acuerdo con sus intereses estratégicos. Por eso ha enviado a su Ejército a las puertas de Europa como antes lo hizo con Chechenia, Kirguistán, Uzbekistán o la misma Ucrania, cuando en 2015 invadió y se apropió de la península de Crimea.
Pedro Sánchez defiende constantemente el valor de la unidad de la UE y la OTAN como elementos fundamentales para enfrentarse al envite totalitario que ha lanzado Vladimir Putin sobre el tablero europeo. Sería bueno que se aplicara la receta para que su coalición Frankenstein no avergüence a todos los españoles con su protección un personaje al que, no por casualidad, solo defienden Cuba, Venezuela e Irán.