Escuchar esta excepcional alocución de Beatriz Álvarez Fanjul, secretaria general de Nuevas Generaciones del País Vasco, produce una mezcla de estupor, esperanza y tristeza. Preguntada por lo que Gregorio Ordóñez diría ahora a los militantes populares, a la joven le bastan poco más de dos minutos para demostrar que aún hay un PP que recuerda lo que llegaron a significar esas siglas dentro y fuera del País Vasco gracias, precisamente, a gentes como el inolvidable político donostiarra. Resulta poco menos que sorprendente que aún haya en esa formación jóvenes que saben que aquel PP tenía "un mensaje claro, unas ideas claras, determinación, objetivos, sentimientos" y, sobre todo, "unos principios".
Además, Beatriz no olvida algo fundamental: que eso era una parte importante, probablemente la más importante, de lo que llevó a los populares a rozar el poder en el País Vasco y a ser el mayor partido de España.
Es esperanzador ver que ese mensaje sale de las juventudes del partido, pero al mismo tiempo no puede dejar de provocar una profunda tristeza comparar las seguras y contundentes palabras de Beatriz con los endebles discursos del PP Vasco y, aún más, con la acción de gobierno absolutamente carente de principios de Mariano Rajoy y Soraya Sáenz de Santamaría.
Porque es difícil de creer, pero Gregorio Ordóñez y Beatriz Álvarez son del mismo partido que soltó a Bolinaga, que ha permitido que ETA siga en las instituciones, que no movió un dedo para evitar que –al torticero amparo de la derogación de la Doctrina Parot– las calles se colmasen de terroristas, asesinos y violadores… Un partido que en seis años en el poder –cuatro de ellos con mayoría absoluta– no ha tomado una sola medida en la línea que esperaban sus votantes, en la que marcaban con claridad esos principios "que muchas veces hemos dejado de lado", como reconoce la joven vasca.
Resulta casi imposible imaginar siquiera que aquel PP es el mismo que esta pálida sombra, que este partido descapitalizado intelectualmente que ha cambiado aquellos principios por un culto a la personalidad centrado, para colmo, en personajes de tan escaso atractivo como el presidente y la vicepresidenta.
En poco más de dos minutos, con una sinceridad encomiable, Beatriz Álvarez ha demostrado que en su propia organización algunos son conscientes de que este PP está muy lejos de aquel en el que un político como Gregorio Ordóñez encontraba su lugar para defender la democracia y la Nación, incluso pagando por ello el más alto precio: la propia vida.
"Goyo nos diría: vuelve al inicio, vuelve a tus principios, vuelve a ese ser", dice con acierto Beatriz Álvarez. Lástima que la distancia entre este PP y aquel sea tan grande que el retorno se antoje tan difícil; imposible bajo el mando de los que han comandado un cambio tan negativo.