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“Las cosas no van bien”... pero Sánchez sigue en Doñana

El presidente y la mayor parte del Gobierno están tranquilamente de vacaciones o andan por los medios lloriqueando porque les hacen una pintada.

Fernando Simón ha reconocido por fin que "las cosas no van bien". Una vez más, el experto del Gobierno llega tarde y mal: hace semanas que se está alertando del incremento de casos y de sus probables consecuencias y ahora, tras esquivar de una forma lamentable las cuestiones sobre la segunda ola, admite que la epidemia está campando a sus anchas y que hay un preocupante nivel de transmisión comunitaria.

Por culpa, entre otras cosas, de la desidia de Simón y del Gobierno del que parece formar parte, España se enfrenta a un momento extraordinariamente complicado, con los peores datos de coronavirus de Europa y una situación económica que no es que no admita un nuevo confinamiento, como se está diciendo en las últimas semanas, sino que difícilmente soportará las medidas restrictivas que ya se están aplicando en algunos sectores.

Es cierto que tampoco las comunidades autónomas están brillando en su gestión sanitaria, y todo el mundo parece ir muy por detrás de la epidemia, pero no lo es menos que, aunque se empeñe en borrarse del escenario, la competencia sobre este tipo de asuntos es del Gobierno. Y, sobre todo, que fue también el Ejecutivo de Pedro Sánchez el que diseñó la famosa desescalada y el que aprobó, sin comité de expertos ni nada, los planes sanitarios de cada una de las 17 autonomías, detalle que parece haberse olvidado ahora.

Pero lo más indignante no es la desaparición del ministro Illa, otrora estrella omnipresente de la televisión; ni la incapacidad de Simón para siquiera enterarse de en qué situación epidemiológica estamos; o su hipocresía infinita para no cumplir las recomendaciones que hace a los ciudadanos. No, lo peor es ver cómo el país vuelve a caer en un pozo negrísimo mientras el presidente y la mayor parte del Gobierno –20 ministros de 23– están tranquilamente de vacaciones o andan por los medios proponiéndose como mártires por haber sufrido una pintada.

En sus últimas comparecencias, Sánchez presumió de haber derrotado al virus e invitó a los españoles a "disfrutar". Al contrario que Simón, hay que reconocer que el presidente sí hace lo que predica: en lugar de estar al pie del cañón dirigiendo y coordinando la respuesta a la crisis sanitaria y económica más grave que España haya atravesado en décadas, está de campo y playa a cargo del contribuyente. Un fracaso, una desidia y una absoluta falta de liderazgo que de nuevo reconoce la prensa internacional, cuyas críticas parece que no van con un Sánchez que está demostrando, una vez más, que lo único que le importa es su propio bienestar, no el de los españoles.

Acostumbrado a las trampas, mentiras y Campañas orquestadas por Iván Redondo, quizá el presidente confíe en salir del paso con unas cuantas comparecencias televisivas y la inestimable ayuda de sus esbirros en los medios; lamentablemente, España necesitará mucho más que eso para salir adelante, y está claro que él es incapaz de ofrecérselo.

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