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EDITORIAL

La vergüenza de que Torra esté al frente de la Generalidad

El esbirro de Puigdemont actúa de hecho como un CDR empotrado en las instituciones. Qué personaje más execrable.

El patético, incompetente, talibánico Quim Torra es un representante perfecto del separatismo catalán, ya que tiene todas las características por las que puede identificarse a ese movimiento liberticida: es terriblemente irresponsable y está dispuesto a someter las instituciones hasta hacerlas estallar, es un fanático obsesivo que no tiene la menor intención de superar su marco mental extremadamente limitado y está tan lleno de odio como para escribir –y obviamente creer– que aquellos que no comulgan con su credo son "bestias con forma humana".

Todos estos rasgos han vuelto a quedar de manifiesto en el terrible discurso que el presidente de la Generalidad ha excretado este miércoles en el Parlamento regional de Cataluña, en el que se ha situado del lado de los separatistas detenidos esta misma semana por terrorismo.

Por mucho que su llegada a la presidencia de la Generalidad carambolesca, y aunque no deja de ser un títere en manos del cobarde prófugo Carles Puigdemont, la responsabilidad del infame Torra en lo que pueda ocurrir en Cataluña es enorme: la figura del president tiene una gran importancia simbólica para muchos catalanes, y si no sólo no se desmarca con claridad sino que apoya los primeros brotes de actividades terroristas, el mensaje es tremendo. Y más en un momento como el actual, en el que la debilidad del separatismo lo hace extremadamente peligroso: cada día parece más claro que ya no tiene la capacidad para llevar a cabo las movilizaciones masivas del pasado, pero sí hay una minoría extremadamente fanatizada capaz de cualquier cosa... y que, para colmo, se ve jaleada desde las instituciones que les invitan a "apretar".

La mera existencia de los CDR es una aberración democrática que debería avergonzar a toda la sociedad catalana: es intolerable que un partido o movimiento político tenga una banda matonesca propia dispuesta a ejercer la violencia callejera y la intimidación contra el adversario. Pero, muy al contrario, en Cataluña se viene legitimando la intimidación y el acoso a todo el que no esté alineado con los golpistas.

Es el caldo de cultivo perfecto para el surgimiento de grupos como el que ha desarticulado esta semana la Guardia Civil. Un caldo de cultivo que remueve sin vergüenza Torra, que ha proclamado públicamente su simpatía por estos camisas negras del separatismo y que incluso ha presumido de que su propia familia está encuadrada en los infames CDR. Torra actúa de hecho como un CDR empotrado en las instituciones, lo que por supuesto le descalifica para ostentar la presidencia de la Generalidad, a la que no deja de mancillar. Qué personaje más execrable.

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