Convergencia Democrática y Esquerra Republicana, los dos partidos separatistas que lideran la operación secesionista en Cataluña, presentaron ayer su lista conjunta a las próximas elecciones catalanas, que ya han convertido en un plebiscito independentista. Artur Mas y Oriol Junqueras siguen cumpliendo etapas en su proyecto de separar a Cataluña del resto de España, al objeto de crear un miniestado donde los nacionalistas puedan seguir con sus desmanes y latrocinios con total impunidad.
El caso del presidente de la Generalidad reviste más gravedad por tratarse, precisamente, de una autoridad del mismo Estado que pretende destruir con su acción decidida. La legitimidad del Gobierno regional de Cataluña, con su presidente a la cabeza, proviene del orden constitucional que las autoridades catalanas han desarbolado ya de hecho, en un proceso que culminará a finales de este próximo mes de septiembre si los resultados electorales son propicios al proyecto secesionista.
Y mientras tanto, las reacciones del Gobierno de España ante este proceso sedicioso se reducen a los comentarios con los que Rajoy y sus ministros, periódicamente, pretenden restar importancia al mayor desafío al que se ha enfrentado jamás la democracia española. El presidente del Gobierno ha asegurado que "no va a haber independencia de Cataluña, ni se va a ir de España ni de Europa", como si ese enunciado categórico fuera suficiente para acabar con el riesgo de secesión. Por su parte, la vicepresidenta del Gobierno ha echado también su cuarto a espadas anunciando ayer muy ufana que el Ejecutivo recurrirá ante el Tribunal Constitucional las medidas que considere ilegales. Sólo faltaría, claro, pero lo que se espera del Gobierno de un país en riesgo de ver destruida su soberanía no es el anuncio de un recurso administrativo, sino acciones decididas que conjuren el peligro y castiguen a los culpables de amenazar la convivencia pacífica de todos los españoles y la integridad de nuestra Nación.
El Gobierno sostiene que no habrá independencia de Cataluña, pero lo que debe hacer es explicar qué medidas va a adoptar para impedirlo si es que tiene meditada alguna, algo que está por ver. Su pasividad y la renuncia a ejercer la responsabilidad para la que fue elegido son una afrenta a todos los españoles y da alas a unos dirigentes separatistas, encabezados por el presidente de la Generalidad, que han encontrado en Rajoy el gobernante soñado para llevar a delante su proyecto totalitario.