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EDITORIAL

La doble cara de Ahora Madrid

Ya no es ninguna novedad. Los madrileños, por desgracia, se están acostumbrando a las ocurrencias de su alcaldesa, también conocidas como carmenadas, ya que raro es el día sin que alguna de sus originales ideas salga a la luz. Este mismo viernes, sin ir más lejos, ha lanzado tres nuevas propuestas, a cada cual más surrealista. En primer lugar, Manuela Carmena ha planteado la posibilidad de abrir ocho aparcamientos "disuasorios" para mujeres, cuyo coste se estima en unos 160 millones de euros para las arcas municipales. Por otro lado, ha propuesto repartir tarjetas rojas para que los más pequeños se conviertan en "árbitros" con el fin de amonestar a quienes ensucien las calles de la capital, a imagen y semejanza de una iniciativa existente en Argentina. Y, por último, ha anunciado la creación de "huertos" en las escuelas.

En resumen, la última intervención de Carmena ha servido para introducir la ideología de género en el transporte, para imitar a Argentina en materia de civismo y para profundizar en el habitual -y falaz- ecologismo del que tanto se vanagloria la izquierda. A falta de una carmenada, tres en un sólo día. Y ello, sin contar que esta misma semana Ahora Madrid ha anunciado su particular campaña navideña laica, en donde, entre otros divertimentos, no faltarán las danzas griegas, los karaokes chinos o un programa de "juguetes no sexistas", tras corregir su plan inicial de retirar los belenes y retrasar la colocación de las tradicionales luces navideñas.

La inagotable creatividad de la alcaldesa y su equipo para envolver cualquier iniciativa municipal, por pequeña que sea, en su inconfundible ideología no pasaría de la categoría de anécdota, más o menos sorprendente, si su coste fuera nulo y sus efectos no perjudicaran a los madrileños. El problema, sin embargo, es que la nefasta gestión de Ahora Madrid se está traduciendo, entre otras consecuencias, en una circulación caótica, en un aumento de las multas de tráfico y aparcamiento, en la paralización de importantes proyectos urbanísticos y empresariales, en una muy sustancial subida de impuestos a empresas y familias, así como en un incremento disparatado del gasto que, más temprano que tarde, se reflejará en más déficit y más deuda. Es decir, una combinación de destrucción de riqueza, sablazos fiscales y despilfarro presupuestario.

Pero a todo ello cabe sumar, además, una política de gestos que, a todas luces, evidencia la doble cara de Ahora Madrid. Así, tras seis meses en el Consistorio, ni Carmena ni sus concejales se han reducido los astronómicos sueldos que tanto criticaron antes de su llegada al poder; ni Carmena ni sus concejales han evitado el deleznable enchufismo que tanto denunciaron antes de su llegada al poder; e, igualmente, ni Carmena ni sus concejales han renunciado a los coches oficiales que tanto denostaron antes de su llegada al poder. No es de extrañar, por tanto, que el concejal Guillermo Zapara y su compañera Celia Mayer se movieran en coche oficial por las calles de Madrid mientras Carmena restringía y limitaba el tráfico al resto de la población con la excusa de la contaminación. Lo que exigen a los demás no se lo aplican para ellos mismos. Tamaña hipocresía ya es grave per se, pero aún más si se tiene en cuenta que sus políticas de extrema izquierda perjudican de forma muy notoria al conjunto de los madrileños. Ésta, y no otra, es la trágica realidad de Ahora Madrid.

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