El PSOE aprobó ayer su calendario para el proceso de primarias, que culminará en el mes de noviembre con la elección del candidato a la presidencia del gobierno. Tal y como Rubalcaba pretendía, las primarias para encabezar las listas de las elecciones generales tendrán lugar después de las europeas y antes de las municipales y autonómicas, por lo que a los socialistas les espera un año en el que las tensiones internas con toda seguridad no van a hacer sino agudizarse. Sea cual sea el resultado de este procedimiento aprobado por los socialistas, es necesario reconocerle al PSOE su apuesta por la democratización de sus procesos internos admitiendo la participación de militantes y votantes, si bien con las sensibles limitaciones impuestas por el aparato para mantener el control de todo el procedimiento.
Ahora bien, la elección de un candidato concreto no significa necesariamente un cambio de rumbo del partido socialista, cuya reciente ejecutoria no ha podido ser más desastrosa para el conjunto de los españoles. Sin un programa claro que convierta al actual PSOE en una fuerza socialdemócrata homologable a sus pares europeos, alejada de los extremismos políticos y los radicalismos territoriales, pocas esperanzas cabe albergar de que este paso adelante en la democratización de su régimen interno vaya a convertir al PSOE en un partido capaz de otorgar la necesaria estabilidad institucional y política que exigen los tiempos actuales. A tenor del perfil de los presumibles candidatos a las primarias socialistas, más bien parece todo lo contrario.
Con un Rubalcaba amortizado por su catastrófica imagen pública y la huida de votantes que el PSOE ha experimentado bajo su mando, vuelven a sonar con fuerza los líderes socialistas que siempre han estado en esta particular competición, con Pachi López, Carmen Chacón y Eduardo Madina en lugar destacado.
Del dirigente vasco no se puede esperar que vaya a revolucionar las claves políticas del PSOE, siendo como es un político hecho a imagen y semejanza del propio Pérez Rubalcaba. Por su parte, Carmen Chacón ofrece como principal aval para ser elegida su huida a los Estados Unidos en medio de la mayor crisis que ha vivido el PSC en toda nuestra historia democrática, con unos dirigentes que, aún a día de hoy, siguen apoyando velada o expresamente la operación secesionista de los nacionalistas catalanes. En cuanto a Madina, a su nula experiencia en la gestión pública se une la imposibilidad de encontrar en España un político de izquierdas que le supere en sectarismo, como demuestra con insistencia cada vez que tiene ocasión.
Un continuista de la obra de Rubalcaba, una desertora política que ha convertido a su formación regional en palafrenera del nacionalismo y un radical poco experimentado son las tres principales ofertas que el PSOE plantea a su militancia para tomar las riendas del partido, salvo que más adelante surja algún otro candidato como la oportunista Susana Díaz, cuya condescendencia con la corrupción sistemática de la Junta de Andalucía no la convierten precisamente en una garantía de solvencia en el plano nacional.
En todo caso, como decíamos al principio, la instauración de un proceso de primarias en un partido de la relevancia del socialista es positivo de cara a la democratización interna exigida por la Constitución Española a todos los partidos políticos, algo que en el Partido Popular deberían comenzar a plantearse también de una vez, evitando el bochorno de la selección de candidatos a espaldas de los votantes y de su propia militancia.
Seguiremos atentos este proceso interno del PSOE, a la espera de que el candidato que finalmente se alce con la victoria no sea desbancado con las malas artes que hubo de sufrir José Borrell cuando, contra todo pronóstico, venció a la apuesta oficialista, para después verse forzado a abandonar en medio de una campaña mediática de desprestigio en las que los socialistas, como es bien sabido, son unos maestros consumados.