Los principales dirigentes del PP viven en una nube, ajenos por completo a la realidad. Se fueron de vacaciones eufóricos y siguen eufóricos por los resultados de las encuestas. Ciertamente, todos los sondeos, salvo los que manipula el Centro de Investigaciones Sociológicas de Tezanos, alias Tenazas, dan al PP una clara ventaja sobre el PSOE. La diferencia de escaños se agranda por semanas y ni siquiera la cosmética remodelación del Gobierno perpetrada por Sánchez para tapar los indultos a los golpistas logra frenar el deterioro en las expectativas electorales del PSOE.
Perfecto, mejor eso que nada para el PP. Sería verdaderamente dramático que al partido dirigido por Pablo Casado y Teodoro García Egea no le fueran bien las encuestas. La nefasta gestión del Gobierno en materias como el tratamiento a los presos de ETA, las cesiones a los separatistas catalanes, la pandemia y las políticas fiscales y económicas sustenta la subida del PP en los sondeos. Pero el problema de las encuestas es que reflejan lo que pasaría en caso de que el país fuera llamado a votar mañana, pasado o en una semana, cosa que no tiene precisamente pinta de suceder.
El segundo problema para el PP es que las mismas encuestas que le sitúan por delante del PSOE dicen también con igual unanimidad que sólo podría acceder al Gobierno a través de un pacto con Vox, la formación liderada por Santiago Abascal, a quien no cesan de vilipendiar desde el PP. No hay otra fórmula más que un pacto entre el PP y Vox si el propósito es descabalgar a Sánchez y sus socios, pero en el PP ni lo piensan. Es decir, contemplan ufanos la parte de los sondeos que les otorga ventaja sobre el PSOE pero prefieren pasar por alto el detalle no menor de que todo pasa por el entendimiento con Vox.
De nada le va a servir al PP ningunear a Vox, salvo que lo que pretenda sea provocar el descarrilamiento de las opciones de la derecha para llegar al Gobierno. Urge un entendimiento inmediato del partido de Pablo Casado con el de Abascal para no poner en riesgo, además, la Junta de Andalucía, y para no desestabilizar el Gobierno de la Comunidad de Madrid y el de la capital. El PP debe erradicar su política contra Vox porque con determinadas actitudes no sólo no contribuye a preparar un cambio gubernamental de aquí a dos años, sino que además expulsa voto propio en dirección a Vox. Los dirigentes del PP harían bien en dejar de comprar esa cacharrería averiada de la izquierda que asegura que Vox es la extrema derecha. La intención es evidente, se busca el enfrentamiento entre los dos grandes partidos conservadores para debilitar las opciones del mayor de ellos. Lo inaudito es que en el PP no sean conscientes de la maniobra.