A pesar de que en el PSOE hayan criticado con dureza las declaraciones de Miquel Iceta en las que hablaba de un porcentaje de apoyo a partir del cual sería obligatorio negociar la secesión de Cataluña, lo cierto es que el líder del PSC sólo ha pecado de ser demasiado sincero. De hecho, así lo ha reconocido el propio secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, al afirmar que, dado el "contexto de confrontación electoral", lo dicho por Iceta es "inapropiado".
Lo dramático es que el histriónico político catalán no ha expresado una opinión personal opuesta a la línea política de su partido, sino que ha desvelado lo que de verdad piensan los felones dirigentes socialistas y lo que harán si se les presenta la oportunidad.
Iceta simplemente ha recordado lo que, en esta disparatada precampaña, parece haber olvidado todo el mundo: que el PSOE ha dejado de ser un partido constitucionalista y que su líder, Pedro Sánchez, está dispuesto a lo que sea con tal de mantenerse en el poder. Y "lo que sea" incluye, en primerísimo lugar, volver a pactar con los golpistas catalanes.
Las palabras de Iceta y la reacción airada de sus correligionarios más hipócritas deberían servir para reorientar una campaña en la que no se está hablando del que sin duda debe ser el tema principal: el desafío separatista y el golpe de Estado en curso de Puigdemont, Torra y el resto de la siniestra compañía.
Ya es hora de que PP, Ciudadanos y Vox dejen de desgastarse en una confrontación sin sentido entre ellos y se vuelquen en hacer frente a Sánchez y a quienes le empotraron en la Moncloa, enemigos declarados de la Nación.