El PP ha presentado este lunes una panoplia de temas sobre los que dice que quiere abrir un debate público. Entre ellos se cuentan algunos que en teoría formaban parte del programa que se esperaba Rajoy pusiese en marcha con su llegada al Gobierno: reducción de ayuntamientos y de diputados autonómicos, medidas para revitalizar la democracia y luchar contra la corrupción, etc.
Es muy difícil otorgar excesiva credibilidad a un anuncio que llega muy matizado -no son tanto propuestas políticas como ideas que el partido dice que debatirá internamente- y que llega dos años y medio después de haber llegado Rajoy a La Moncloa, periodo en el que no se ha hecho ni una sola reforma digna de tal nombre.
Tampoco es fácil desligar este anuncio de una situación política muy concreta a la que han aludido –por supuesto, off the record– algunos personajes populares: la irrupción de partidos que sí tienen un programa político y que, por muy disparatadas y peligrosas que sean, ofrecen a los españoles soluciones a los problemas que actualmente les preocupan.
En definitiva, para cualquier observador neutral es más fácil ver este anuncio como una batería de globos sonda anti Podemos que como una voluntad sincera de desarrollar unas reformas que, pese a ser muy necesarias para España, no resultan creíbles en boca de un Rajoy que ya ha demostrado no creer en ellas.
Las próximas elecciones municipales y autonómicas podrían suponer un vuelco de envergadura en muchas comunidades y ayuntamientos si se cumple lo que en estos momentos vaticinan las encuestas: el desplome del PSOE y la irrupción de la izquierda más radical de la mano de Podemos y lo que quede de IU. Así las cosas, Rajoy debería andarse con cuidado con los globos sonda, no vayan a convertirse en bolas de fuego que le abrasen las manos.
Ni la dificilísima situación política de España ni la preocupante explosión electoral del populismo más izquierdista se van a solucionar con globos sonda, por mucho que vayan en la buena dirección. Hace falta mucho más.