Después de haber forzado la repetición de las elecciones, Pedro Sánchez ha conseguido varias cosas notables, empezando por perder unos 750.000 votos –casi siete décimas en porcentaje– y tener tres escaños menos de los que tenía.
Además, mientras que en abril el segundo partido estaba a 12 puntos de distancia del PSOE, en esta ocasión el PP se ha quedado a poco más de siete: los socialistas se quedan en el 28% y los populares rozan el 21%.
Por último, Vox, el partido al que el PSOE, sus terminales mediáticos y el propio Pedro Sánchez han demonizado, al que han llamado franquista, fascista y extrema derecha en los mejores casos, ha pasado de 24 a 52 escaños. Como se ve, la "alerta antifascista" decretada por la izquierda ha sido otro rotundo fracaso.
Con estas mimbres, Pedro Sánchez tiene a día de hoy aún más complicado formar Gobierno de lo que lo tenía en abril: no existe la posibilidad de hacerlo con Ciudadanos, que se ha convertido en una fuerza irrelevante; la irrupción de Vox le pone muy difícil al PP la abstención; y, finalmente, el pacto con Unidas Podemos suma 10 escaños menos de los que sumaba y está a veinte de la mayoría absoluta.
El Gobierno Frankenstein tendría que pasar por tanto por un pacto con no menos de cinco partidos y la ERC de Junqueras tendrá probablemente la llave tanto de la investidura como de unos futuros Presupuestos. Está claro, en suma, que la gran estrategia política de Sánchez y sus asesores ha sido un fracaso.
Gran éxito de Abascal
Del otro lado, el gran ganador de esta noche electoral ha sido, sin ninguna duda, Vox, y muy especialmente Santiago Abascal. Su partido ha pasado de 24 a 52 escaños, ganando prácticamente un millón de votos.
Es un gran éxito de una formación que ha sabido enfrentarse a los asuntos que han rehuido tanto el PP como Ciudadanos, que ha planteado una alternativa en cuestiones que está claro que preocupan a una parte del electorado y que ha sido tan beligerante como el que más con la cuestión catalana y en plantar cara al separatismo tanto en Cataluña como en otras zonas.
Y es un éxito personal importante del propio Abascal, que ha sido el principal responsable de que Vox haya logrado dar una imagen en los medios de seriedad y cercanía que hacía mucho más difícil creer la campaña de acusaciones en su contra.
Fracaso sin paliativos de Ciudadanos
Otro de los datos de la noche electoral es, sin duda alguna, el fracaso estrepitoso de Ciudadanos. Los de Rivera han perdido bastante más de la mitad de los votos y pasan de 57 diputados a 10, una debacle sólo comparable a la de UCD en 1982.
Así como Abascal es para bien el gran responsable del resultado de Vox, Rivera lo es para mal en su partido. Desde este punto de vista, debería haber dimitido en la propia noche electoral, y convocar un congreso es claramente insuficiente: si no quiere arrastrar a su partido, debería irse ya.
Una situación complicada
Con estos resultados, la realidad es que España sigue enfrentándose a un panorama muy complicado: si hay un Gobierno, lo más probable es que sea uno que pase por el apoyo de aquellos que quieren destruir el sistema democrático y la propia nación y, en cualquier caso, y esto no está claro si es motivo para la preocupación o para la esperanza, será muy inestable.
El centro-derecha constitucionalista va a tener que mejorar en muchos aspectos para que el país supere esta situación, aunque sea en el medio plazo.