Este lunes se reúne el Comité Ejecutivo del Partido Popular y, tal y como ha informado Pablo Montesinos, hay barones populares que quieren que Rajoy no se quede en las palabras y pase a la acción. Barones anónimos que se quejan en privado pero acuden a la referida cita más que dispuestos a rendir pleitesía a Rajoy y que no tienen previsto abrir la boca delante del presidente del Gobierno para decirle lo mismo que a los periodistas. Ejemplar.
Rajoy, deberían saberlo de sobra esos barones, como lo sabemos los demás españoles, no se ha quedado en el discurso. De hecho, es un presidente, más que parco, rácano en palabras, para nada caracterizado por su facundia a la hora de explicar su acción de gobierno. Un acción bien real, compuesta de hechos, como deberían saber de sobra esos barones. Hechos que, tantísimas veces, dejan mucho que desear.
Así pues, esos barones fallan en el planteamiento: al Gobierno hay que pedirle más palabras y mejores hechos. Palabras claras, didácticas y, fundamental, cargadas de verdad. España se merece un Gobierno que no le mienta, la verdad es la verdad aunque la diga Rubalcaba. Y hechos como los comprometidos en el programa electoral del Partido Popular, pisoteado desde el primer momento... para nada. Para nada bueno: esa traición le está costando bien cara al país.
Programa, programa, programa, hay que pedirle a Rajoy, que tiempo tuvo de sobra para concebir escenarios calamitosos como los que se encontró al llegar a La Moncloa; y de hecho lo hizo: ahí están las hemerotecas para comprobar lo que decían los líderes del PP sobre la herencia que iban a recibir, y sobre la fiabilidad que otorgaban a los datos que evacuaba el Gobierno de Zapatero en, sin ir más lejos, lo relacionado con el déficit público.
Asimismo, hay que pedirle que meta en cintura a los gobernantes autonómicos que siguen sin hacer las cosas bien, empezando por aquellos que son de su partido y terminando por Artur Mas, que con su pésima gestión y su nacionalismo descerebrado está sumiendo a Cataluña en la ruina y el bochorno.
Por último, pero no en último lugar, hay que pedirle que no se precipite a la hora de responder a ciertos llamados a la unidad y el diálogo, no vaya a ser que tengan por principal objetivo dar vida al comatoso PSOE, principal culpable de la gravísima crisis económica que padecemos y que ha hecho casi todo por demoler los cimientos de la Nación. Lo que necesita España son reformas de calado, no conchabeos hueros para apuntalar el statu quo.