La masacre perpetrada anoche en París es el peor ataque terrorista en suelo europeo desde los atentados del 11-M en la capital de España. Una vez más, el terrorismo islámico ha golpeado el corazón de Europa y ha provocado casi 130 víctimas mortales, un número que probablemente acabará incrementándose dado que hay un centenar de heridos de extrema gravedad.
La reacción de las autoridades galas, lideradas por el presidente francés, François Hollande, ha resultado ejemplar por la rapidez con la que han sido adoptadas medidas de excepción y la firmeza de sus primeras declaraciones públicas. El Estado Islámico ha atacado a Francia y su respuesta será "implacable", ha afirmado Hollande, pero por más duro que sea el castigo a los responsables directos de la masacre, si es que alguna vez son capturados con vida, poco se habrá adelantado en esta batalla contra el terror si los políticos europeos siguen negándose a ver las verdaderas causas del terrorismo islamista.
Tras la oleada de atentados perpetrados anoche en París queda descartada la tesis del "lobo solitario" que, hasta anoche, servía para tranquilizar las conciencias europeas cuando se producía un atentado islamista en nuestro entorno. Lo de anoche en París fue un ataque terrorista planificado con sumo cuidado y cometido por una célula perfectamente organizada, para cuya ejecución han recibido la ayuda de colaboradores sobre el terreno, aspecto este que las propias autoridades francesas ya han reconocido.
Los terroristas del Estado Islámico han decidido golpear a Occidente mientras tratan de instaurar su califato a sangre y fuego en Oriente Medio. Los atentados de París y los términos con los que el grupo islamista ha reivindicado su autoría ponen de manifiesto sus intenciones de seguir perpetrando masacres en suelo occidental. Cuentan para ello con la presencia en nuestros países de una población fanatizada en la versión radical del Islam que, precisamente, es la que propagan as autocracias islámicas en muchas de las mezquitas que construyen principalmente en Europa.
Pero el terrorismo islámico no sólo cuenta con la ventaja de tener agentes potenciales en los lugares donde prevé cometer sus atentados. Lamentablemente, también disfruta de la comprensión de una parte notable de la clase política europea, tanto más cobarde y desleal cuanto más a la izquierda se encuentra en el espectro político.
En el caso español ya han salido a la palestra dirigentes de ese ámbito ideológico sin empacho para acusar a los propios europeos de esta masacre mientras la sangre aún corría por las calles de París. El lamentable discurso de apaciguamiento de la ultraizquierda, tachando de "venganza" injustificada lo que no es más que justicia, revela una vez más la falta de escrúpulos de un movimiento político que ha hecho precisamente de la venganza contra ricos, banqueros, políticos e instituciones como la UE o la Iglesia Católica su principal razón de ser.
Los podemitas que campan a lo largo y ancho de Europa son los que legitiman las acciones de estos grupos, a los que les une un odio común hacia nuestra forma de vida occidental, capitalista y de raíces judeocristianas. El deber de los europeos orgullosos de pertenecer a un mundo libre es volver a expulsarlos a los arrabales de la política antisistema y el de nuestros dirigentes evitar cualquier contagio ideológico. El primer paso para combatir a un enemigo exterior es identificar a los que actúan como su quinta columna en el interior de nuestras sociedades. Hollande tiene la ocasión perfecta para tomar la iniciativa en este terreno y mostrar al resto del mundo que Francia, en efecto, está dispuesta a castigar a los culpables. A todos ellos.