El sector agroalimentario de Castilla-León recibió al presidente del Gobierno en Palencia con protestas, gritos y abucheos por mantener en el cargo al responsable de la cartera de Consumo, Alberto Garzón. La entrevista del ministro comunista en un diario británico, durante la cual acusó a la ganadería española de exportar carne de "peor calidad", de incurrir en "maltrato animal" y provocar un "deterioro ecológico descomunal" ha puesto en pie de guerra a los ganaderos españoles, que consideran estas declaraciones un ataque sin precedentes que pone en riesgo la propia supervivencia del sector.
En cualquier país normal, Garzón habría sido cesado fulminantemente tras conocerse sus palabras a un medio extranjero, porque ningún Gobierno puede albergar en su seno a ministros que desacreditan a la nación que representan. Pero el Ejecutivo socialcomunista que padecemos en España mantiene a este tipo de personajes porque su función no es gestionar con acierto los asuntos públicos, sino mantener en el poder a su presidente con el apoyo de las fuerzas separatistas y ultraizquierdistas.
Alberto Garzón dirige un Ministerio de Consumo sin apenas competencias, creado exprofeso para cumplir con la cuota podemita. Desde esa posición, este comunista irresponsable, sin experiencia pública e incapaz de entender los problemas reales de los españoles, lanza continuos ataques contra los sectores económicos que no son de su gusto.
Hace unos días le tocó a nuestro sector ganadero, pero antes de ello fueron las casas de apuestas, las bebidas azucaradas o los fabricantes de juguetes los que tuvieron que soportar los ataques verbales del ministro comunista, que utiliza sus competencias para hacerle juego sucio a aquellos sectores que provocan un mayor rechazo entre los votantes ultraizquierdistas.
Sánchez tuvo la ocasión de distanciarse de su ministro aprovechando el mitin que celebraba en Castilla-León. Por supuesto no hizo ni una sola mención a este asunto ni escuchó a los ganaderos concentrados a las puertas del recinto, que exigían el cese fulminante de Garzón. De hecho, seguirá defendiéndolo cuando el ocioso admirador del régimen que ametrallaba a los ciudadanos que trataban de huir a Occidente denigre a cualquier otro sector socioeconómico, porque Sánchez no puede poner en riesgo la coalición que lo sostiene en el Gobierno.
El problema, por tanto, no es que tengamos un ministro ocioso y destructivo a partes iguales actuando en contra de los intereses nacionales, sino el presidente que lo mantiene en el cargo junto a otro puñado de incompetentes, a los que permite denigrar diariamente a todos los españoles a cambio de su apoyo para seguir instalado en el poder.