El debate de las elecciones primarias del PSOE ha debido de resultar desalentador para los afiliados y votantes que esperan ver en su partido una alternativa al PP digna de tal nombre. Ninguno de los tres candidatos a la Secretaría General ha dado muestras de tener un proyecto moderno y sólido para España, que garantice la estabilidad del sistema en unos momentos en que pesan sobre él muy graves amenazas, procedentes del populismo de ultraizquierda y del separatismo.
Pedro Sánchez, el candidato más ruinoso que jamás ha tenido el PSOE, se ha vuelto a mostrar como un político sin escrúpulos, capaz de asumir cualquier felonía nacionalista y defender el mayor disparate neocomunista con tal de mantenerse a flote. Susana Díaz opone al ex secretario general la estupefaciente garantía de un régimen, el del socialismo andaluz, que acredita los casos de corrupción más graves de la historia reciente y que arrostra un legado pavoroso en términos de gestión, que explica en buena medida los deficientes registros socioeconómicos de Andalucía, una de las regiones más atrasadas de Europa. Frente a ellos, Patxi López casi parecía un estadista de fuste; pero lo cierto es que es un político que cuando no ha sido inane ha sido tóxico: a él fue al que la matriarca de los Pagaza le dirigió el memorable vaticinio funesto: "Harás cosas que nos helarán la sangre".
Fue bochornoso ver a semejante trío soltar disparates e insensateces sin cuento, especialmente cuando se pusieron a hablar de la nación de naciones, el Estado plural y los hechos identitarios: no hicieron sino dejar meridianamente claro el pavor que les infunde no pasar la prueba del sometimiento al nacionalismo reaccionario en lugares como Cataluña o el País Vasco. Sus propuestas económicas y la demagogia barata podemoide que se gastaron hacen temer lo peor de un PSOE moribundo que no es de fiar ni para sus propios votantes.
Ninguno de los tres candidatos sabe lo que es trabajar fuera de la política, cómo funciona la economía real, cuáles son los problemas a los que se enfrentan diariamente el empresario y el trabajador medios. Sólo han sabido medrar en el partido, al que no han dejado de exprimir. Son casta amenazada que no podría sobrevivir en la sociedad a la que pretenden comandar. Brutal.
El PSOE no tiene remedio con ninguno de estos tres personajes de ínfima categoría. Eso no es el problema. El problema, el drama, es que este partido impresentable sigue siendo crucial en el funcionamiento institucional de España. Sólo o en compañía de otros, como los neocomunistas de Podemos y los separatistas golpistas, el daño que puede hacer a la Nación es tremendo.