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EDITORIAL

El esperpento de Puigdemont toca a su fin

La policía alemana y los servicios de inteligencia españoles han neutralizado una fuga bochornosa que el Gobierno de Rajoy no impidió.

La policía alemana y los servicios de inteligencia españoles han neutralizado una fuga bochornosa que el Gobierno de Rajoy no impidió.
El expresidente catalán detenido, Carles Puigdemont. | EFE

La fuga rocambolesca del expresidente golpista de la Generalidad, que el Gobierno de España no quiso evitar, finalizó en la mañana de este pasado domingo en Schuby, pequeña localidad del norte de Alemania, donde la policía germana procedió a su detención. Puigdemont acababa de cruzar en coche la frontera danesa, procedente de Finlandia, tratando de alcanzar su refugio en Bélgica antes de que la orden europea de detención y entrega emitida contra él surtiera efecto. Sin embargo, la rapidez de la policía alemana y su coordinación con los servicios de inteligencia españoles neutralizaron este nuevo episodio rocambolesco del líder separatista.

El horizonte penal de Puigdemont se complica así sobremanera puesto que en Alemania, al contrario que en Bélgica, los delitos de rebelión contra el Estado están perfectamente tasados en la legislación penal y se castigan con fuertes penas de prisión. Desde el punto de vista jurídico, y a falta de lo que concluyan las autoridades germanas en colaboración con las españolas, resulta evidente la existencia de una clara similitud en el tratamiento de dicha figura delictiva en ambos países, lo que desembocaría en la entrega del prófugo a la Justicia española para responder de los gravísimos delitos que se le imputan.

Tarde o temprano, el peso de la Justicia caerá contra el principal responsable del intento de Golpe de Estado del separatismo catalán, y sus actividades desde que huyó de Justicia española (las "jugadas maestras" tan celebradas ridículamente por los palmeros supremacistas) actuarán seguramente como agravantes de las penas que se le impongan.

Ahora bien, si Puigdemont ha estado deambulando por Europa estos cinco meses avergonzando a todos los españoles es única y exclusivamente porque el Gobierno de Rajoy no impidió su fuga cuando estaba a tiempo de hacerlo. Bien por incompetencia manifiesta, bien por cálculo político, lo cierto es que la vicepresidenta del Gobierno, responsable última del CNI, permitió que Puigdemont y cinco de sus consejeros, (como después Anna Gabriel y, más recientemente, Marta Rovira), huyeran a otros países con total tranquilidad.

Lejos de constituir un éxito que la prensa que controla sin duda le atribuirá, el espectáculo bochornoso de la huida de Puigdemont es la prueba fehaciente de que tenemos una vicepresidenta del Gobierno incompetente, desleal o una mezcla de las dos.

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