La indolencia de Mariano Rajoy a la hora de concretar la lista electoral del PP para los próximos comicios europeos es una prueba más de que los procesos democráticos no provocan precisamente entusiasmo en el presidente del Gobierno. A un mes escaso del inicio de la campaña electoral, el Partido Popular carece de candidato y tampoco se sabe qué personas van a acompañarle en las papeletas del partido para estas elecciones al Parlamento de Estrasburgo, previsiblemente muy reñidas a tenor de los primeros sondeos.
Los políticos del PP cuyos nombres aparecen como los más probables para liderar la candidatura europea siguen a día de hoy sumidos en el estupor y a expensas de conocer su destino, una situación poco aconsejable en el caso de dirigentes con importantes responsabilidades ejecutivas, como la mayoría de los que suenan para ir al Parlamento Europeo.
Pero esta desidia del máximo dirigente del PP en una cuestión central como la selección del candidato no impide a su partido convocar numerosos actos de precampaña, en los que él mismo participa pidiendo "trabajo, garra, ilusión y simpatía" a los militantes. Estaría bien que les permitiera saber quiénes van a gestionar todo ese esfuerzo ilusionante y simpático para llevar a buen puerto la candidatura del PP en los comicios del próximo 25 de mayo pero, por el momento, Rajoy considera que la designación del líder de su partido para las elecciones europeas es una cuestión irrelevante que no merece tratarse con un mínimo apremio.
Lo cierto es que a día de hoy ni los colaboradores más cercanos del presidente saben si esta inacción obedece a una estrategia elaborada para dejar sin recursos dialécticos al PSOE durante el mayor tiempo posible o es simplemente una muestra más de la dejadez de Rajoy, cuya aversión a tomar decisiones políticas es ya proverbial. En el primer caso quedaría de manifiesto, una vez más, la inveterada costumbre de los asesores aúlicos de la calle Génova de intentar evitar que los líderes del PP entren en cuestiones políticas. En el segundo, el presidente del Gobierno estaría acreditando de nuevo su incapacidad para dinamizar a su partido con decisiones destinadas a llevar la iniciativa política, asumiendo los riesgos a que haya lugar.
Sea cual sea el motivo de esta falta de decisión de Rajoy la consecuencia inmediata salta a la vista: el PP está celebrando actos preelectorales para los comicios europeos en los que unos señores, que no se sabe siquiera si van a ir en las listas de Estrasburgo, se limitan a hablar de asuntos de política nacional; algo que desprestigia todavía más una cita electoral que nunca ha suscitado precisamente el entusiasmo del electorado.