El primer gran acuerdo en esta complicada legislatura que acaba de arrancar tuvo lugar ayer con la elección de los miembros de la mesa del Congreso. Ciudadanos y Partido Popular consensuaron el nombre de Ana Pastor para presidir la Cámara, tras descartar otras candidaturas discutibles, cuando no abiertamente improcedentes, como es el caso del actual ministro del Interior, a quien Rajoy trató de colocar en un puesto para el que tampoco está preparado.
La elección de Ana Pastor para la presidencia del Congreso, fruto del acuerdo entre las dos principales fuerzas del centro-derecha español, es un hecho alentador que permite mirar con más optimismo el futuro de esta legislatura. La repetición de las elecciones generales el pasado 26 de junio arrojó unos resultados que el partido naranja ha sabido interpretar a la perfección. El Partido Popular ha ganado ampliamente las elecciones y es con él, en primer lugar, con quien hay que llegar a acuerdos que permitan la gobernabilidad y la puesta en marcha de las reformas que necesita urgentemente nuestro país.
No hay que soslayar el papel esencial que en este proceso de reformas ha de jugar necesariamente el PSOE. El partido de Pedro Sánchez, a pesar de sus bandazos electorales, tiene la responsabilidad de participar en los grandes acuerdos de Estado que van a tener lugar en estos cuatro años. Es el principal partido de la oposición, con amplia experiencia de Gobierno, y ningún cambio de calado en temas esenciales como la Justicia, la educación o el régimen electoral tendría sentido sin la participación activa de los socialistas.
Ciudadanos y el Partido Popular han actuado en este primer acuerdo de la legislatura con la altura de miras que se espera de ambos partidos. Lo deseable sería que avanzaran por esa senda y llegaran a forjar un acuerdo de Gobierno, que evite los problemas legislativos de un Ejecutivo en abrumadora minoría. La participación del PSOE en este Gobierno de consenso se antoja casi imposible, dada la tambaleante situación electoral de los socialistas, amenazada por la irrupción del movimiento ultraizquierdista liderado por Iglesias. Ahora bien, una investidura lograda con la abstención técnica del PSOE sería una buena noticia para los españoles y un fuerte mensaje hacia el exterior de que la política española va a discurrir durante estos cuatro años por la senda del rigor, a salvo de los disparates teóricos del populismo marxista.
En los próximos días sabremos si este acuerdo de Rivera y Rajoy es el primer paso para una colaboración más duradera. La labor de Ana Pastor al frente del Congreso, en una legislatura marcada por la atomización de fuerzas y la necesidad de amplios consensos, se antoja también trascendental. Ciudadanos y Populares han hecho con ella una gran elección. La inmensa mayoría de los españoles quiere, sin duda, que sigan avanzando por ese camino.