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EDITORIAL

Ciudadanos no debe jugar al desconcierto

Ciudadanos debe mantener una política de alianzas coherente con su discurso liberal y regeneracionista en toda España.

Es cierto que el líder de Ciudadanos en Madrid, Ignacio Aguado, ha tenido este martes un claro gesto de distanciamiento frente a la candidata del PP a la presidencia de la comunidad madrileña, Cristina Cifuentes, a raíz de la decisión del juez Velasco de citar a declarar como imputados a los consejeros en funciones Salvador Victoria y Lucía Figar por su relación con la operación Púnica. Es cierto también que, si se mide por gestos, el encuentro de Albert Rivera con el líder del PSOE, Pedro Sánchez, de tres horas de duración, ha tenido más peso que el almuerzo del primero con Rajoy, que se ha enmarcado "dentro de los contactos fuera de agenda del presidente", según fuentes gubernamentales.

Ahora bien, dar por descontado –tal y como hacen en Ferraz que Ciudadanos permitirá la investidura del socialista Ángel Gabilondo es, cuanto menos, arriesgado y prematuro. Hasta cierto punto es normal que Aguado se haya mostrado distante y haya endurecido las condiciones para pactar con Cifuentes el día en que las siglas del PP han vuelto a ser salpicadas –con mayor o menor fundamento jurídico por un caso de corrupción. Sin embargo, el asunto de los consejeros Victoria y Figar tiene escaso recorrido, no ya por la cuestionable trascendencia que vayan a tener en el futuro sus imputaciones, sino por el hecho de que ninguno de los dos figura en la lista de Cifuentes ni va a seguir en política. A la candidata del PP no le va a costar cumplir el compromiso de pedir la renuncia al escaño a cualquier diputado autonómico imputado por algún asunto de corrupción porque, al margen de que se lo pida Ciudadanos, y como ella misma ha explicado, se ha comprometido a ello "en el código ético que todos ellos han firmado"

Tampoco convendría hacer deducciones categóricas de los encuentros de Rivera con Sánchez y Rajoy: si el primero ha tenido más peso se debe no tanto al hecho de su mayor duración como a la mayor difusión que el PSOE ha hecho del mismo en los pasillos del Congreso, mientras que la Secretaría de Estado de Comunicación confirmó el despacho con Rajoy con retraso, una vez Ciudadanos informó vía comunicado.

Se comprende que Ciudadanos no quiera aparecer ni ser una simple e incondicional comparsa del PP, y que ponga en valor sus condiciones para brindarle su apoyo en Madrid. Ahora bien, si el optimismo de los socialistas madrileños se viera justificado en el futuro, Ciudadanos incurriría en el mayor error de su trayectoria. Una cosa es exigir regeneración a un partido como el PP, muy necesitado de ella pero que ocupa un espacio político similar, y otra entregar, sin razón de peso alguna, el Gobierno de la comunidad autónoma más importante de España a un PSOE que, sin regeneración alguna, a lo único que está dispuesto es a entregarse al trasnochado comunismo de Podemos.

Ciudadanos no puede cometer el error de ignorar de dónde proceden sus votos y qué es lo que hizo a sus votantes cambiar de siglas. La honradez, la transparencia y la democracia interna deben ser exigibles a todas las formaciones, pero la propuesta de Ciudadanos no se puede reducir a eso. Si este partido quiere convertirse en la gran alternativa liberal y regeneracionista, debe mantener una política de alianzas coherente con su discurso en toda España. Lo contrario sería convertir la "autonomía a la hora de alcanzar acuerdos territoriales" de la que habla Aguado en un nuevo y tremendo desconcierto en el ámbito nacional.

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