En Cataluña, como en el resto de España, la corrupción es endémica. El hecho diferencial estriba en que mientras los concejales, diputados o ministros poco claros (el dimitido José Manuel Soria, por ejemplo) que no participan en la política catalana del procés aguantan, y con razón, la del pulpo, los corruptos separatistas gozan de la presunción mediática y progresista de que se persiguen sus ideas en vez de sus delitos.
Nada más lejos de la realidad. Sus ideas son alentadas por su propios medios de comunicación y por quienes desde la derecha y la izquierda anteponen la nación a una poltrona oficial. Al tiempo, sus delitos se atribuyen a la cloacas del Estado. Los encargados de hacer llegar este mensaje del separatismo a Mariano Rajoy han sido Gabriel Rufián y Joan Tardà, de ERC, tal es el nivel de la delegación separatista en Madrid. Su gesta ha consistido en entregar al presidente en funciones un lápiz USB con las conversaciones entre su ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, y el exdirector de la Oficina Antifraude catalana, Daniel de Alfonso. Un delirio documental en toda regla que no puede ocultar el hecho de que los fiscales anticorrupción de Madrid y Barcelona, el titular del Juzgado de Primera Instancia de El Vendrell (Tarragona) y la Guardia Civil investigan una nueva derivada del tres por ciento que salpica directamente al molt honorable Puigdemont.
ERC parece empeñada en salvar a toda costa a Convergencia, a pesar de la acumulación de indicios sobre la degradación corrupta de sus líderes morales y sus herederos formales. Los resultados de las elecciones generales en el Principado muestran a las claras cómo CDC se precipita hacia la insignificancia, mientras ERC ocupa su lugar. Sin embargo, Oriol Junqueras sostiene a Puigdemont como si fuera un guiñol de guante, como si también hubiera participado en el método 3% y tendido la ropa puertas adentro.
Es obvio que el proceso separatista es una huida hacia delante ante la magnitud del delito, que las pruebas sobre el pago de comisiones forman un expediente cada día más inabarcable, que CDC era una máquina recaudatoria basada en su control de la Generalidad y de centenares de ayuntamientos. Que ERC defienda a la Convergencia del tres por ciento sólo puede responder al hecho de que también tenga mucho que tapar. Montserrat Gasull, exconcejala de ERC en Torredembarra y denunciante de los hechos que han provocado la detención de la mano derecha de Puigdemont, le explicó la historia de los contratos a dedo y sin control a Junqueras y este pasó de todo, igual que Mas y Puigdemont.
En Cataluña, la mordida institucional es del tres por ciento mínimo, la transparencia es una broma que estuvo en manos de la señora de un detenido, no dimite nadie y nadie da explicaciones. Todo es una conspiración del Estado español. Y si cuela, cuela. Y de paso que también cuele lo de la regeneración separatista con ese Nou Partit al que ni siquiera se han atrevido a poner un nombre definitorio...
EDITORIAL
Cataluña: la corrupción como hecho diferencial
Todo es una conspiración del Estado español. Y si cuela, cuela. Y de paso que también cuele lo de la regeneración separatista con ese 'Nou Partit' al que ni siquiera se han atrevido a poner un nombre definitorio...
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