El auto de la Audiencia Provincial de Granada sobre el caso de Juana Rivas es una de esas resoluciones judiciales por las que cabe felicitarse no porque perjudique o beneficie a una u otra de las partes litigantes, sino porque ha logrado abstraerse de una brutal presión mediática.
Una presión signada por el comportamiento vergonzoso e irresponsable de numerosos medios de comunicación, que han mostrado un desprecio atroz por la verdad y una mezcla repugnante de sentimentalismo amarillista y prejuicios ideológicos.
Muy pocos se han esforzado en indagar en la verdadera historia del conflicto entre Juana Rivas y Francesco Arcuri y la gran mayoría se ha cebado en la víctima propiciatoria, este Arcuri que ha cometido el terrible crimen de ser hombre y extranjero.
Sin entrar en el fondo de la cuestión, en la que ya entrarán los tribunales, a Arcuri se le está pintando como si fuera un sujeto abominable, y se ocultan o menosprecian todos los elementos que podrían beneficiarle o presentarle bajo muy otra luz. Así, se suele ignorar que, pese a la brutal campaña de desprestigio que está sufriendo, en repetidas ocasiones ha asegurado estar dispuesto a aceptar la custodia compartida de sus hijos, y ni mucho menos está volcado en ensuciar el nombre de Juana Rivas.
Lamentable pero no sorprendentemente, los medios públicos se están llevando la palma, especialmente TVE, que parece juramentada a desinformar sobre este caso de una manera harto repugnante y contraria a la más elemental ética periodística.
Afortunadamente, los jueces de la Audiencia de Granada han logrado superar la presión mediática y la de un feminismo alimentado por el odio y que cree que, a través de las manifestaciones, las amenazas y la complicidad de buena parte de la clase periodística, puede pasar por encima de las leyes con total impunidad. Todo para seguir lanzando un despreciable mensaje de odio y resentimiento, sin reparar en las consecuencias de sus actos y sus campañas. Consecuencias como las que puede sufrir Juana Rivas, que perfectamente puede estar destrozando su vida y la de sus hijos, las grandes víctimas de este caso del que tan bochornosamente se está informando.