La concentración celebrada ayer en Barcelona con motivo del Día de la Hisanidad ha sido un éxito rotundo por más que les pese a las fuerzas nacionalistas, empeñadas en imponer su proyecto separatista a cualquier precio. Ayer, 12 de Octubre, Fiesta de la Hispanidad, miles de personas se manifestaron en la Plaza de Cataluña a favor de la convivencia y de la unidad de España, mostrando en un ambiente ejemplarmente pacífico su rechazo absoluto al desafío separatista encabezado por Artur Mas.
Del éxito del acto da perfecta cuenta la evaluación de asistentes ofrecida por la Guardia Urbana, que siempre rebaja hasta extremos ridículos la asistencia a cualquier manifestación que no esté promovida por el nacionalismo. Según este departamento dependiente de la Generalidad, este año han acudido a la convocatoria del 12-0 cinco veces más personas que el año anterior (30.000 personas), mientras que la Delegación del Gobierno, en un cálculo algo más cabal a tenor de las imágenes, ha cifrado en más de cien mil.
Los ciudadanos han cumplido sobradamente las expectativas con su asistencia masiva a un acto que, en Cataluña, supone un gesto de rebeldía contra el poder hegemónico nacionalista. Con su presencia en Barcelona para celebrar nuestra Fiesta Nacional, la sociedad civil ha mostrado su rechazo al separatismo y ha defendido sin complejos la unidad de España que el nacionalismo catalán se ha propuesto socavar con sus delirios separatistas.
Es ahora el momento de que todas las instituciones españolas tomen buena nota de este ejemplar gesto ciudadano y acaben con su estrategia apaciguadora hacia unas fuerzas separatistas a las que nada ni nadie va a contentar por más cesiones que se le hagan a costa del resto de España.
El Gobierno y la Corona, de forma destacada, no pueden seguir haciendo dejación de sus funciones en defensa del orden Constitucional ni dejar abandonados a esos miles de ciudadanos que ayer salieron a las calles de Barcelona en representación de la inmensa mayoría de españoles que quiere seguir viviendo en un país unido y en libertad. Los catalanes que haciendo uso de una elemental cordura se sienten parte de España, y la inmensa mayoría de ciudadanos de fuera de Cataluña que no está dispuesta a transigir con una clase política nacionalista delirante y esencialmente corrupta, dijeron ayer "hasta aquí hemos llegado". Es hora de que las instituciones, comenzando por las más altas, hagan otro tanto a partir de mañana. Lo contrario será colaborar en la traición.