
Estamos acostumbrados al caviar con Rafael Nadal y eso nos ha hecho desayunar, comer, merendar o cenar durante los últimos años viendo tranquilamente a un jugador español luchando en semifinales o finales de Grand Slams, Masters 1000 y Copa Davis. "Yo viví en los tiempos de Rafa Nadal", se dirá en el futuro a los nietos. Y no es para menos, porque el jugador de Manacor nos ha dado, de momento y como mínimo, 88 títulos individuales aparte de triunfos en la Copa Davis y en los Juegos Olímpicos. Sí, Rafa es un dios del deporte y solo con sus 13 títulos en Roland Garros ya se merece una estatua en cada ciudad y pueblo de España.
Dicho lo anterior, Rafa Nadal no es eterno. Por desgracia no le podemos clonar ni a él ni a jugadores como Roger Federer o Novak Djokovic, pero ojo, tampoco volverán a las pistas tenistas españoles como Manolo Santana, Orantes, Bruguera, Corretja, Carlos Moyá, David Ferrer, Albert Costa o Juan Carlos Ferrero. Tampoco lo harán Conchita Martínez o Arantxa Sánchez Vicario. España, con permiso de la incansable resistencia de Nadal, debe mirar al futuro y los aficionados empiezan a preguntarse si lo que viene será positivo.
En el día de ayer, España se quedó sin participantes en Wimbledon y eso generó cierto revuelo en Twitter echando mucho de menos a Nadal y pensando que tanto en categoría masculina como femenina, el futuro no parece muy prometedor. En mi caso no estoy de acuerdo. No soy pesimista sino optimista. Es cierto que en 2021 los resultados han sido discretos, pero yo sí que le veo mucho futuro al tenis español y quiero pensar en positivo viendo a jugadores como Carlos Alcaraz, Alejandro Davidovich o Paula Badosa. Y no, no me olvido de Garbiñe Muguruza.
Lógicamente sería de locos pedirle a la nueva generación que iguale a Rafa Nadal. De hecho hay que apartar el nombre de Rafa del entorno mediático que gire alrededor de nuestras promesas, porque esa sombra solo les hará daño. Hay que seguir el ejemplo de Rafa Nadal en su trabajo y constancia, pero Carlos Alcaraz es Carlos Alcaraz, Davidovich es Davidovich y Paula Badosa es Paula Badosa. Su objetivo o el de cualquier otro joven que aparezca en el horizonte es superarse a ellos mismos cada día, no a ningún otro tenista.
Lo de Wimbledon no lo veo relevante. Al menos de momento. El jardín de Londres, salvo en contadas excepciones apellidadas Santana, Martínez, Nadal y Muguruza, no ha sido un jardín que nos garantizase muchas alegrías a la escuela española. Todo lo contrario que la tierra batida de Roland Garros. Por suerte, el tenis ha ido evolucionando y ahora los jugadores son más completos en todas o casi todas las superficies. Por eso el futuro de lo nuestros puede dar alegrías incluso en la exigente hierba del All England Lawn Tennis and Croquet Club.
Vamos con algunos ejemplos de lo sucedido recientemente. En el presente curso, Davidovich (22 años), campeón junior de Wimbledon, cayó en primera ronda. Ahí también cayeron los veteranos Fernando Verdasco y Feliciano López. Pablo Andújar ganó, pero se lesionó. Carlos Alcaraz (18 años), se despidió en segunda ronda ante Medvedev. Pedro Martínez sucumbió en 1/16. Y por último, Roberto Bautista no pasó de los octavos perdiendo ante Shapovalov. Eso en categoría masculina, pero tampoco tuvimos buenos resultados en el circuito femenino. El coraje de Carla Suárez no pudo con Barty en primera ronda. Sara Sorribes perdió en segunda. Garbiñe Muguruza cayó en tercera. Y por último, la prometedora Paula Badosa firmó unos meritorios octavos de final.
Pese a no ser un año de sorpresas agradables, mantengo mi confianza en el futuro tenístico español. Este año nos ha hecho ilusionarnos con la mirada ganadora y el tenis de Paula Badosa, estrella en Madrid y también en Roland Garros. Con solo 23 años, nos queda Paula para rato e insisto, esa mirada, que mezcla ambición y rabia positiva cuando lo necesita, nos dará muchas alegrías. También veo esa misma mirada en Carlos Alcaraz y Alejandro Davidovich. El primero solo tiene 18 años y todos los veteranos del circuito le señalan como una de las estrellas de esta nueva década. En Londres ganó su primer partido a cinco sets y solo la bestia rusa Medvedev le remarcó aún las diferencias entre una promesa y un jugador consagrado. Tranquilos, Carlos trabajará para estar a ese nivel y alcanzarlo. Lo mismo pasa con Davidovich, ganador de Wimbledon junior en 2017 y actual número 35 del mundo. Ellos y ella son, a falta de más ‘soldados’, el futuro de la armada española. Confiemos en ellos sin el calificativo eterno de "el nuevo Nadal o la nueva Arantxa o Conchita’. Traducción: que los dejemos crecer en paz.
Por último, no me olvido de Garbiñe Muguruza. La campeona de Roland Garros y Wimbledon volverá a lo más alto. No me cabe ninguna duda. Ha tenido, tiene y tendrá sus bajones, pero mucho cuidado al momento en el que todo se equilibre de nuevo y ponga en armonía su cabeza, su cuerpo y su tenis. Muchos tenistas se pasan toda la vida buscando eso y no consiguen nada por el camino. Ella ya de por sí tiene en su palmarés con 27 años dos Grand Slams, es decir, haga lo que haga ya es historia de su deporte. Eso sí, no creo que se conforme. Costará más o menos, pero volverá. Igual que le pasa a veteranos como Roberto Bautista, otro jugador que como en su día David Ferrer se agarra a la pista como si no hubiera mañana. O Feliciano López, que sigue ganando Copa Davis o torneos como Queens. ¡Y Pablo Carreño! Doble semifinalista de Grand Slam. Le falta un último paso. Ojalá pueda darlo. En resumen, a 6 de julio de 2021, yo confío en el tenis español más allá de Rafa Nadal.