Es muy difícil encontrar a un solo seguidor o periodista que no haya criticado futbolísticamente a Thomas Lemar. Ojo, futbolísticamente, no con insultos. Y también es complicado encontrar en alguno de ellos a uno que en verano hubiese rechazado una buena oferta por el galo para abrir hueco en la plantilla y encontrar otro jugador que pudiese marcar diferencias o completar el equipo. Quizá alguien me diga que él o ella siempre defendió a Lemar, pero sinceramente no conozco ningún caso que levantase mucho la voz para destacar sobre la lluvia de memes. Si existe esa resistencia lemarista, por llamarlo de alguna manera, ha sido extremadamente silenciosa.
Como esto es una columna de opinión voy a utilizar el "yo". Yo sí he criticado a Thomas Lemar. Yo sí he pensado que era mejor su venta el pasado verano. No pasa nada por decirlo. Tampoco es necesario poner ninguna excusa o una coletilla para subirse al barco de Lemar. Hasta Lemar sabe que no ha estado a la altura. También lo sabe Simeone que celebró como un loco el tanto de su pupilo ante el Valladolid. No creo que la crítica haya sido tan injusta con un jugador que ha tenido muchas oportunidades y que hasta ahora no había tenido regularidad e importancia dentro del equipo del Cholo.
De verdad se lo digo, no hay que iniciar una peregrinación flagelándose desde los terrenos del ya desaparecido Vicente Calderón hasta el Wanda Metropolitano para redimirse con Thomas Lemar. Y no hay que hacer ese ejercicio de arrepentimiento porque si los aficionados quieren el bien de su equipo por encima del "ya te lo dije" de Twitter, las sensaciones subiéndose al barco de Lemar deben ser buenas. Nada de agachar la cabeza por la rampa del navío. Si criticaste al francés y ahora te tienes que comer tus palabras, ¡disfruta! Comerte tus críticas con Lemar siempre será bueno porque eso significará que Lemar está sumando en el Atlético. Si el ego te obliga a alegrarte más por un mal partido de un futbolista de tu equipo que por uno que te calle la boca, cuidado, empiezas a ser un personaje.
Repito, no hace falta mentir ni poner excusas para subirse al barco de Lemar. Todos estaban deseando navegar con él y de momento parece que la travesía coge cierta velocidad de crucero. Ojo, ni tanto ni tan poco. Lemar está empezando a entrar en batalla con la flota de Simeone, pero falta que lo haga de manera regular, público en las gradas mediante y jugando con la confianza con la que se le está viendo en los últimos partidos. Si antes decía que no había que poner ninguna coletilla para excusarse de un pasado crítico con él, Lemar siempre estuvo rodeado de frases llenas de deseo y frustración. "Con lo bueno que es...". "Si tuviese confianza sería...". "Es una pena que no le salgan las cosas porque...". Esas coletillas demuestran que no se dudaba de la calidad de Lemar sino de su puesta en escena.
Más allá de Lemar, el Atlético ganó al Valladolid en uno de esos partidos de oficio. Partidos de paso tosco y final feliz al cruzar la meta. Además Simeone planificó y ejecutó su plan casi a la perfección y en el siguiente párrafo explicaré el "casi". 2-0 ante un rival que siempre es rocoso. Rotas a jugadores importantes como Joao Félix, Koke y Llorente. Suárez juega una hora para rodarse. Lemar marca y sigue creciendo. No echas de menos a Carrasco. Llorente marca y sigue imparable. Y Koke, sin amarilla, jugará el Derbi. Tres puntos y a seguir "partido a partido".
¿Por qué el "casi? Porque si Lemar se unió a la batalla, el que sigue sin hacerlo es Vitolo. El canario sigue sin arrancar y además literalmente porque frente al Valladolid él tenía que dar velocidad al Atlético con su regate y profundidad y ocurrió todo lo contrario. Ya de por sí el balón circuló muy lento con un doble pivote Saúl-Herrera que no gustó, pero es que todo se magnificaba cuando Vitolo encaraba. Lento más rápido, peligro. Lento más lento, te quedas en el banquillo al descanso. Por suerte para el Atlético tener a Marcos Llorente es como comerse la estrellita siendo Súper Mario y esa melena rubia al viento bien merece un liderato.