Sin excusas. Nadie se salva y además no deben salvarse. Pecho al frente y a recibir palos como el equipo grande y campeón que es. Al Atlético de Madrid y a su patrón, Diego Pablo Simeone, les toca hoy tragar sangre, concretamente la que les ha dejado el soberano y justo puñetazo en la cara que les dio anoche en Champions el Milan. El Atlético mereció perder, Simeone mereció ser vencido por Stefano Pioli y visto lo visto y aunque pasen el último día en Oporto, el cuadro rojiblanco merece ser eliminado de la Liga de Campeones.
Cuidado, que el Atlético merezca ser eliminado no quiere decir que quiera o que piense que vaya a caer, pero la realidad es la que es y la misma dicta que una fase de grupos tan deprimente como la que está firmando el equipo de Simeone no merece pasar a octavos. Lo siento, es así. 0-0 ante el Oporto con un gol anulado en contra muy polémico. 1-2 en Milán en los últimos minutos y con uno más. 2-3 ante el Liverpool con empanada inicial. 2-0 en Anfield con un partido horrible. 0-1 vs Milan con otro partido lamentable. ¿Se puede aprobar la asignatura Champions aprobando la última evaluación? Sí. ¿Es merecido hacerlo cuando has hecho cinco partidos tan malos? Por supuesto que no. Será justo, porque la justicia la marcan los resultados, pero no merecido.
Dicho lo anterior sigo pensando que lo que le pasa al Atlético de Madrid está más en su cabeza que en la sala de máquinas y voy a explicar en qué me baso. Este equipo lleva un semestre entero sin tener dos noches tranquilas. En todos estos meses solo recuerdo un 6-1 ante el Eibar, el 3-0 ante el Betis y la primera parte ante el Barcelona. Tres partidos. Solo tres oasis en el desierto en los que el conjunto de Simeone llegó, jugó, venció y se marchó a casa relajado. Todo lo demás, peleas eternas y épicas por la Liga, encuentros como los de este año ante Elche, Espanyol y Osasuna en los que se gana por los pelos, duelos desesperantes, desgaste mental, físico, la Eurocopa... El Atlético lleva mucho tiempo cargando sobre su espalda partidos y más partidos en los que todo cuesta un mundo y tanto sus mejores jugadores como su entrenador están, a día de hoy, quemados mental y físicamente.
Este Atlético y Simeone necesitan diván y terapia. Más allá de 5-3-2, 4-4-2, 4-3-3 o 23-34-45, el equipo rojiblanco necesita optimismo en el cerebro y cuando lo tenga seguro que el oxígeno llega a las piernas para, entre otras cosas, no fallar pases fáciles como los que falló ayer. Esos pases fallados, que van más allá del once y de la táctica, dicen mucho. Muchísimo. Fallar un balón de dos metros en jugadores de la calidad de Savic, Griezmann, Lemar, Koke, De Paul o Carrasco no es normal. Contra el Milan se vieron cosas surrealistas, caras de desesperación, gestos de no saber qué estaba pasando y eso, aparte de los desaciertos tácticos que creo que tuvo el Cholo o del mal momento de baluartes como Koke, tiene mucho que ver con la falta de confianza de la plantilla.
Los rojiblancos están atenazados y atemorizados. Es evidente. Cada pequeña alegría en lo que va de curso ha tenido después un soberano sopapo en la cara y eso pasa factura. Haces una estupenda primera parte ante el Villarreal para resolver el partido... no lo resuelves, te marcan en dos llegadas y casi pierdes. Vences 2-0 al Barcelona con una actuación sólida y remontas un 0-2 en contra del Liverpool... roja a Griezmann y pierdes el partido. Ganas 3-0 al Betis jugando bien... el Liverpool te destroza en Anfield. Te pones 1-3 en Mestalla con un gran partido... te empatan a tres en el descuesto. El Atlético, ahora mismo, vive con el agua al cuello y muy de vez en cuando encuentra una bolsa de aire para respirar. Así, como es lógico, es imposible ganar confianza.
A todo esto, Simeone está como el resto del equipo, desquiciado y perdido. Este año no ha funcionado casi nunca su plan A. Ni siquiera cuando el partido ha ido por donde quería el Cholo, la cosa ha acabado bien con su idea inicial. Casi siempre le ha tocado ‘cholina’ en el descanso y cambio de idea para las segundas partes. Pues bien, ese nuevo intento diario de reformular al equipo está mareando a todos por el camino. Frente al Milan, desastre inicial y muy mal en los cambios. El Cholo estuvo horrible y encima va y lo remata tirando del freno de mano buscando el empate, es decir, buscando el mínimo cuando debes ir a por el máximo. El Milan fue todo lo valiente que debió ser el Atlético y, justamente, castigó las dudas y los miedos del técnico argentino. Al Cholo, como no, también le toca una buena ‘autocholina’.
Y sí, el Atlético está horrible, la plantilla está desquiciada, Simeone muy perdido con las claves tácticas de equipo, el físico en horas bajas, la mentalidad por los suelos y, por merecimientos y aunque lo logren en Oporto, merecen la eliminación en Champions. Pero dicho esto, el Atlético no está muerto en noviembre. ¡En noviembre! Ni mucho menos. Palos, críticas, autocrítica, golpes sobre la mesa, diván, terapia, ‘cholinas’ para jugadores y para el propio Cholo... todo eso debe estar, sin embargo, estos y este son los mismos que en mayo estaban levantando la Liga en Valladolid, que a nadie se le olvide. Y me niego a compartir el extremismo de que cuando uno gana siempre suda la camiseta y cuando pierde se toca las narices. Ahora bien, son los propios jugadores y el entrenador los primeros que, más allá de su ya habitual y preocupante resignación postpartido, deben recordar que fueron ellos los que ganaron hace nada la Liga en Pucela. De momento y visto lo visto, parece que necesitan diván, terapia y mucha autocrítica para recordarlo.