"Muchas veces hemos ganado de la forma en la que podía haber ganado el Villarreal. A veces en el fútbol hay algo de justicia en la injusticia". Estas fueron las palabras de Simeone justo después del loco empate a dos entre Atlético y Villarreal. Esa frase resume a la perfección lo que pasó entre rojiblancos y castellonenses en el Wanda Metropolitano porque, cada uno con lo suyo en pros y contras, ambos merecieron ganar y perder el partido al mismo tiempo. Sin embargo, el fútbol fue de nuevo un juez caprichoso en su sentencia.
El conjunto rojiblanco fue muy superior al Villarreal de Unai Emery. Le ganó en todas las facetas del juego salvo en la más importante, la efectividad, y por eso Simeone, que conoce bien lo que es exprimir la efectividad en su máxima expresión, no dudó en defender el planteamiento rival. El Cholo lo defendió y lo comparó con el suyo, pero tengo que diferir con el técnico rojiblanco ya que parte del estilo que el Villarreal utilizó ayer jamás lo ha utilizado el Atlético. No recuerdo a Courtois, Moyá, Oblak, Aranzubia, Grbic o Adán hacer lo que hizo ayer Rulli desde el minuto 1 al 90. En mi caso y lo he comentado muchas veces, entiendo partidos con defensas cerradas. Muy cerradas. Defensas con 11 tíos en área. Catenaccio extreme, si me pones en el peor de los casos. Estilos de cualquier tipo. Pero pérdidas de tiempo durante 90 minutos, simulaciones, porteros vacilando al árbitro que encima se deja vacilar... No Simeone, no, a tu Atlético no le he visto nunca hacer lo que ayer hizo Rulli. Ni en Múnich ante el Bayern cuando a esa guerra solo le faltaron tanques y aviación alemana.
Aún así y más allá de la táctica del Villarreal, muy lícita en teoría y poco propia de su filosofía de juego en la práctica, el Atlético de Madrid es el principal responsable de no haberse quedado con los tres puntos. El 90% de culpabilidad debe ser y es rojiblanca, sobre todo porque regaló los dos goles rivales en los momentos en los que debió adelantarse en el marcador y además pecó de nuevo de falta de gol. De hecho, si el Atlético hubiera tenido un 10% más de pegada en sus tres primeros partidos, Celta, Elche y Villarreal no habrían tenido ni una sola opción de puntuar. El 1-2 en Vigo debió ser mayor. El 1-0 ante los ilicitanos se quedó muy corto. Y el 2-2 frente al Villarreal era partido de 3-1 o 2-0. ¿Cuál es el problema? Que el fútbol no vive de condicionales y sí de contundencia y el que lleva la corona debe matar y rematar para que cualquier aspirante al trono no se apodere de lo ganado en la batalla de Valladolid del pasado mayo.
Los datos rojiblancos tienen, como siempre, una doble lectura. Del lado positivo encontramos la gran capacidad del Atlético para generar ocasiones, el máster de fútbol que dio Lemar en la primera parte, la verticalidad de Carrasco o Trippier en los carriles y el peso de encima que se quitó Luis Suárez al marcar su primer gol ya con afición en el estadio. Incluso, quitando los goles que es mucho, el buen hacer de la defensa liderada por un jerarca Mario Hermoso. Eso en el terreno positivo. En el negativo, que generar mucho y no marcar no vale de nada, que se siguen desaprovechando hasta 16 saques de esquina en un endémico e inoperante juego ofensivo a balón parado y que la defensa estuvo de 10 en todas las acciones salvo en las que cuestan goles, dos puntos y casi tres si Mandi y Rulli no se lían en el minuto 95. Un equipo que no fuese campeón podría conformarse con lo bueno. El que lo es no debe hacerlo.
En el terreno táctico y más allá del resultado, el Atlético sigue teniendo muy buena pinta. El 1-5-3-2 que Simeone ha implantado en el Atlético desde el año pasado le viene genial para subir incluso un punto más de la intensidad que siempre ha tenido en la recuperación. De primeras tiene tres en el medio por los dos de casi todos los rivales, como ayer el Villarreal con su 4-4-2, y luego a esos tres futbolistas se suman los carrileros y a veces un central que sale. Mario Hermoso fue el encargado ayer de anticipar en la mayoría de las ocasiones. Todo eso provoca que el rival se ahogue y el Villarreal no es un oponente cojo a la hora de salir de presiones tácticas. Ayer ahogaron tácticamente a un equipo que surfea en cualquier tipo de aguas. El equipo de Emery es uno de los mejores de la Liga con el balón en los pies y por eso ganó la Europa League la temporada pasada, sin embargo, ayer visitó el Metropolitano un campeón europeo que solo pudo sobrevivir a base de errores locales.
El Atlético se marcha al parón con siete puntos de nueve posibles y empatado a puntos con otros cinco equipos más, incluyendo aspirantes como Real Madrid, Barcelona y Sevilla. No es mal bagaje a fin de cuentas, aunque pudo ser mejor. A partir de ahora se presentan dos semanas de parón inoportuno, aburrido e injusto para los que pagan los sueldos de los futbolistas y Simeone tendrá tiempo para darle vueltas a varias cosas. Si algo ha demostrado el Cholo en los últimos años es que no suelen cometer los mismos errores dos veces seguidas. Dentro de su filosofía ya sería algo de por sí imperdonable, pero siendo campeón debe ser inexistente. Eso sí, da gusto ver a Correa corriendo a por el balón en el minuto 95 cuando sabía que ya no habría más tiempo para buscar el 3-2. Eso es un equipo campeón y el Atlético lo es.