
Se están haciendo muy mal las cosas en el Atlético de Madrid. Rematadamente mal. En esta temporada nadie está acertado. Nadie. No lo está Simeone, que como jefe del grupo tiene que asumir la mayor responsabilidad, pero tampoco lo están haciendo los jugadores, el resto del cuerpo técnico y por supuesto la dirección deportiva y la directiva que, en plena crisis defensiva, aceptan, por ejemplo, perder a uno de sus mejores jugadores ahí, Trippier. Aplauso lento e irónico por aquí, por favor. Como comenté ayer en Twitter, el Atlético y sobre todo los atléticos viven uno de esos años de sangre, barro y cueva.
Como vengo diciendo hace meses, mi sensación durante todo este año es que el Atlético está siendo un equipo infantil. Un equipo de morritos y rabietas. Es un conjunto que en ningún momento muestra madurez y que ni mucho menos se ha creído como se tenía que creer que es un equipo campeón. No se lo han creído. De hecho, dan la sensación de haberse conformado. Con un año siendo campeón, vale, parecen pensar. Eso hace que este Atlético esté muy lejos de saltar al campo pensando que aquí mandan ellos porque fueron los mejores el curso pasado y porque tienen una plantilla, a priori, de escándalo. Para mí, eso es inexplicable y creo que la culpa es de todos. Por supuesto de Simeone, que sigue empeñado en esperar para atacar cuando puede atacar sin esperar y, como no, de los que juegan, que para eso lo hacen. ¿Qué es lo peor de todo esto? Que encima empiezan a transmitir que cada uno, a nivel individual, cree que la culpa es de todo el mundo menos suya. El profe me tiene manía o los alumnos no se aplican, sin término medio. Otro ejemplo más de inmadurez, echarle la culpa al otro cuando en el 99,9% de los problemas, la culpa suele ser compartida.
Ojo, más allá de un problema de mentalidad, algo evidente en banquillo y rectángulo de juego, es evidente que el Atlético de Madrid está como está porque es un coladero en defensa. Como he dicho en otras columnas, no hay defensa que defienda al Atlético. Por un lado están los titulares, Giménez y Savic. Ambos están llamados a liderar la defensa colchonera, pero claro, ¿dónde suelen estar? Lesionados. Continuamente lesionados. Desesperada e inexplicablemente lesionados. Uruguayo y montenegrino se pierden varias semanas de competición cada temporada, no fallan, pero es que en el presente curso apenas se les está viendo con un mínimo de regularidad. Ni el mínimo cumplen. En otros equipos el cuarto central está durante el año a verlas venir. En el Atlético, no. En el Atlético, el cuarto central, jugando con dos o con tres centrales, eso me es indiferente, es titular indiscutible porque los mejores están siempre fuera. Y claro, con Savic y Giménez con abono fijo en la enfermería quedan Hermoso y Felipe. ¿Cómo están Felipe y Hermoso? No están. Directamente no están.
Al panorama defensivo que he contado en el párrafo anterior se le une que Simeone se está encabezonando en jugar a algo a lo que, ahora mismo, no puede jugar. Para jugar a defender y salir a la contra se necesitan dos cosas. Una le sobra al Atlético, como es la velocidad y la calidad arriba para correr y morder. Tiene pólvora para combatir en una guerra y acabarla rápido. Sin embargo, Simeone carece a día de hoy del primer elemento de la ecuación, es decir, de una defensa que haga de frontón para montar el séptimo de caballería cuando la pelota salga rebotada. Si no tienes esas dos cosas, no puedes jugar así. Por mucho que se empeñe el Cholo. Por mucho que eche de menos los tiempos de Godín o Miranda. Ya no están. No tiene ese tipo de defensor. Por lo tanto, si tus defensas titulares están siempre lesionados, los suplentes son transparentes, usas a Llorente atrás e inexplicablemente regalas a Trippier, mantienes a Vrsaljko en plantilla sin fiarte de él y encima Oblak está en modo Clark Kent y no Superman, Simeone, muchacho, no puedes jugar a lo que estás jugando. Que sí, que a cabezón no te gana nadie, pero es que te están ganando muchos equipos, entre ellos, el Athletic ayer en unos pocos minutos.
El partido del Atlético ayer en la ‘Rubiales busca Clásico Cup’ fue indignante. No se le puede poner ni una excusa a la pésima actuación e imagen del equipo de Simeone. No hay nada bueno que sacar. El Athletic, sin hacer casi nada, se llevó merecidamente el pase a la final y eso les tiene que doler a los jugadores del Atlético. Les tiene que escocer. Les tiene que dejar sin dormir, como mínimo, un par de noches. Porque si no lo hace y la plantilla del Atlético se dedica a mirar al suelo como el niño al que le han quitado su juguete se habrán autodeclarado muertos en combate.
Ojalá, de una vez por todas, jugadores y entrenador dejen de empapar la camiseta con excusas y rabietas y empiecen a empaparla con rebeldía. Atlético, deja de llorar y rebélate como un grande. Mientras tanto a la afición hay poco que decirle. Ánimo y dientes apretados, poco más. Es año de cabreos, crítica, enfados, desesperaciones... pero es lo que toca. A tragar barro, sangre y cueva. Eso también es deporte. Saber disfrutar de un gran triunfo y saber comerse los malos momentos sin suicidios ni lloros. Pecho al frente y a seguir. En eso consiste. ¿Pucheros y morritos en la derrota y locura en la victoria? En mi opinión, no, gracias.