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56.838 aficionados más De Paul, el mejor diluvio para un Atlético equilibrado

El conjunto rojiblanco ganó al Betis con el apoyo de su afición y con un Rodrigo De Paul espectacular en la medular.

El conjunto rojiblanco ganó al Betis con el apoyo de su afición y con un Rodrigo De Paul espectacular en la medular.
56.838 aficionados más De Paul, el mejor diluvio para un Atlético equilibrado | EFE

56.838 aficionados. Lo voy a volver a repetir: 56.838 aficionados. Esa fue la cifra oficial que se registró en el Wanda Metropolitano el pasado domingo en el duelo que enfrentó al Atlético de Madrid y al Betis. Un Vicente Calderón lleno, para que me entiendan mejor. En circunstancias normales, esto es lo habitual en el estadio colchonero y no debería destacarse, pero el domingo en Madrid no había circunstancias normales. Todo tuvo lugar en mitad de un puente, festividad de por medio, lluvia torrencial antes, durante y después del partido y además en un momento de la temporada en el que el Atlético no termina de encontrar su mejor versión. Traducción: si había un partido en el que era muy fácil quedarse en casa viendo el partido calentito en el sofá, ese era el del domingo.

La tarde desapacible y el puente invitaban a la afición del Atlético a no ir al estadio, sin embargo, ocurrió todo lo contrario. No solo hubo una gran entrada durante el partido sino que el ambiente recordó al de las mejores tardes en el Vicente Calderón. Bien es cierto que ganar 3-0 ayuda a que eso se produzca, pero con 0-0 en el marcador y con el partido cociéndose aún a fuego lento, el Metropolitano ya daba sensación de respirar en el mismo tempo que su equipo. Fue lo que Simeone pidió en la previa. Bien sabía el Cholo que le tocaba mandar un mensaje en rueda de prensa por si algún aficionado dudaba en ir o no a ver a los suyos y el plan le funcionó a las 1000 maravillas. Un Calderón lleno dentro del Metropolitano fue el mejor 1-0 a favor para los colchoneros.

Con la gente entregada a la épica que suele producirse en partidos de camiseta mojada, césped aguado y ceño fruncido para ver a través del agua, el Atlético se encontró con su versión más equilibrada. Por fin se vio a un equipo capaz de atacar y defender con sintonía y ahí destacó en mi opinión la figura de un agigantado Rodrigo De Paul. El argentino es puro Atlético de Madrid. Primero porque sabe mezclar a la perfección calidad con entrega e intensidad, señas ‘made in Simeone’, pero es que además se está viendo la mejor versión física del ex de Udinese. Ahora sí que es imposible o debería serlo, sacar a De Paul del once. A principio de temporada le faltaba ritmo y eso le restaba minutos. Ahora es todo lo contrario. ¡Encima es un tío muy pesado! Un cansino de manual. Un incordio de libro. Un jugador que falla una ocasión y pone el grito en el cielo con cara de estar al borde de la locura. Un futbolista que mira al árbitro con sonrisa irónica cuando no le pitan un penalti a favor por plantillazo claro y luego señalan la misma falta en contra. Es un pesado. Un bendito pesado. Y encima suma a todo eso un golpeo en corto y en largo, más despliegue, que ayuda a Koke y provoca sonrisas en carrileros como Carrasco o Trippier. ¡Qué bueno que viniste, Rodrigo!

De Paul equilibró al equipo y ojo, también lo hizo el tridente Correa-Griezmann-Suárez. El uruguayo no tuvo suerte de cara a portería, algo en lo que por otro lado sí destacó en un Yannick Carrasco desatado con su golazo y con su despliegue. Aún así, pese a no ver al mejor Luis Suárez, la sensación es que, de momento, el equipo entiende mejor las transiciones con Griezmann, Correa y Suárez arriba. Al menos se pudo ver al francés mucho más cómodo creando con libertad, algo que quizá no hace tanto cuando está Joao Félix porque solo hay un balón y los dos viven de domarlo y mimarlo. En mi opinión es cuestión de matices para que haya el mismo equilibrio con Joao que con Correa, pero de momento se ha visto más con uno que con otro. Eso sí, bien vale correr el riesgo de algún que otro desequilibrio para que Joao esté en el campo, porque el portugués solo puede quedarse en el banquillo para darle descanso, es decir, lo que pasó el domingo pensando en Liverpool.

De todas formas, más allá de lo táctico, lo que sí se vio ante el Betis el pasado fin de semana fue intensidad prolongada en el tiempo. No intensidad tras recibir un palo. No, esa no es la intensidad de un Atlético que quiere volver a ser campeón. Los rojiblancos deben sujetar el listón del esfuerzo y de la atención por cuenta propia, no al revés como pasó ante Levante, Liverpool, Real Sociedad, Espanyol, Getafe... Quizá no durante 90 minutos, porque todos los partidos tienen pequeños encuentros dentro del mismo, pero sí en torno a los 70. Si el Atlético, como pasó ante el Betis, acelera 70 minutos y descansa 20, los diluvios serán siempre en la portería contraria y no en la de Oblak. Si solo sube revoluciones 45 minutos o menos, el motor acabará fallando. También les digo, señoras y señores, si el Atlético no es intenso el primer día en el que la estatua de Luis Aragonés les vigila desde fuera del estadio... Con el Sabio fuera, no te pueden ganar por ser más intensos. Imposible. Porque ya no solo vigila el Cholo, ahora también vigila Luis.

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