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Daniel Rodríguez Herrera

Soy mejor que tú porque me opongo a la cadena perpetua

¿Qué tiene de malo que gentuza como De Juana Chaos, el asesino de Mari Luz o los de Sandra Palo no vuelvan a ver la luz del sol?

¿Qué tiene de malo que gentuza como De Juana Chaos, el asesino de Mari Luz o los de Sandra Palo no vuelvan a ver la luz del sol?

Existen en España numerosos ungidos que se muestran tremendamente indignados por la firma de un pacto entre PP y PSOE que abre la puerta a la cadena perpetua revisable para condenados por delitos terroristas. Entiendo que haya socialistas preocupados por la foto de Sánchez junto a Rajoy. Es normal. A estas alturas, electoralmente es probable que sea más dañina una imagen así que, pongamos, la de miembros de tu partido sentándose en la misma mesa con representantes batasunos para negociar algo; así de podrida está España. Pero no es eso: hay gente que se considera moralmente superior por el hecho de oponerse a que asesinos en serie o los que violan y matan niñas no salgan nunca de la cárcel si se estima que no pueden reinsertarse en la sociedad.

El argumento leguleyo estaría en la supuesta violación del artículo 25.2 de la Constitución, ese tan absurdo que dice que las penas de cárcel deben estar orientadas a la reinserción y nada más; absurdo porque, tomado literalmente, debería implicar que todas las penas de cárcel fueran cadena perpetua revisable, ya que, si no hay que tomar en consideración nada más que la reeducación y reinserción social, el delincuente debería seguir en la trena hasta que se le considerase apto para regresar a la vida.

Naturalmente, cualquier sistema penal debe evaluar muchas más cosas aparte de la reinserción, y de hecho lo hace. Entre los objetivos debería estar el adecuamiento de la pena a la gravedad del delito, algo en lo que quizá se echa en falta un poco de mesura en lo referido a los delitos sin víctima. Delitos graves deben tener penas graves en parte también para evitar que las víctimas se sientas agraviadas y decidan tomarse la justicia por su mano. Pero hay un punto que no se suele tener en cuenta: cuando un delincuente profesional está en la cárcel, no está en la calle cometiendo delitos. Algo que no parece entrar en el cerebro de lumbreras que consideran "paradójico" que España tenga una población reclusa relativamente alta y una tasa de criminalidad baja pero las penas se sigan endureciendo. ¿Y si ese endurecimiento tiene algo que ver con esa tasa? ¿Podría ser?

Lo asombroso para mucha gente de bien es que haya gente que se ponga de parte de la hez de la sociedad, quienes cometen los crímenes más execrables, y defienda sus derechos como si fueran lo más importante del mundo. Es, sin duda, importante que se respeten sus derechos procesales para no meter inocentes en la cárcel. Pero ¿qué tiene de malo que gentuza como De Juana Chaos, el asesino de Mari Luz o los de Sandra Palo no vuelvan a ver la luz del sol? Nada, para una persona normal. Pero es precisamente eso lo que mueve a los ungidos. Para ellos, la política no tiene que ver más que tangencialmente con lo que es bueno para la sociedad en general. No, lo esencial de la política es que les permita diferenciarse para sentirse moralmente superiores a la plebe.

Para esta gente, oponerse a la cadena perpetua revisable, comprender las razones políticas de los asesinos de ETA y demás monstruosidades a las que son tan adictos es una forma de autosatisfacción moral. Una especie de onanismo político. Estas posturas les permiten mostrarse ante los demás como gente que es capaz de estar por encima de sentimientos tan mundanos como la venganza o la necesidad de justicia, que nos afectan a los que no somos como ellos. En el fondo les importan un comino el delincuente y sus derechos: no son más que sus mascotas; lo que les importa son ellos mismos y su necesidad perenne de creerse superiores a los demás. No importa que no lo sean; que, de hecho, moralmente estén a una altura liliputiense. Lo importante es que a ellos les hace sentir bien apoyar que el violador del ascensor salga para seguir violando. Y no hay más.

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