La selección ya ha hecho historia, pero si gana también este Mundial podría coronarse como la mejor de todos los tiempos. Ganar cuatro competiciones seguidas, dos Eurocopas y dos Mundiales, es algo que nadie ha hecho, y nos garantizaría un puesto de honor en la historia del fútbol. Desgraciadamente, parece que ese ciclo glorioso ha terminado ya.
Lo más difícil para cualquier selección de fútbol es jugar como un equipo. Durante la temporada le dan a la pelota juntos unas pocas semanas aisladas en medio de la competición de clubes. Y cuando llega por fin la Eurocopa o Mundial de turno disponen de dos o tres semanas de preparación y luego lo que duren en competición. Estamos hartos de oír que hay que tener paciencia cuando llega un entrenador nuevo a cualquier equipo, que los jugadores tardarán meses en acostumbrarse al sistema, o a jugar juntos si hay muchos fichajes nuevos. Y es verdad. Las selecciones rara vez consiguen acoplarse de esa manera y por eso, dicho sea de paso, no se suele ver un gran fútbol en las competiciones internacionales, más allá de las jugadas individuales. Emoción mucha; fútbol poco.
España ha contado estos últimos años con una gran ventaja sobre sus rivales. El núcleo del equipo, el centro de la defensa y los mediocentros, jugaban juntos todo el año en un equipo, el Barcelona, que estaba viviendo quizá el mejor momento de su historia y dominaba en nuestro país y en Europa. El seleccionador tuvo el sentido común de respetar su forma de jugar, y eso ha facilitado que estos años la selección haya jugado también como un equipo y triunfado. Y por más que a muchos ese estilo les resulte aburrido, no cabe duda de que ha sido efectivo.
El problema, por tanto, resulta evidente. Ese núcleo de jugadores ha envejecido y este año ha hecho una temporada bastante mala. Pujol ya no está y Xavi, quizá el mejor jugador español de la historia, ya está en el declive de su carrera. Busquets y Piqué no han tenido un buen año y sólo Iniesta parece estar a la altura. Y no hay recambio. No porque no haya otros jugadores extraordinarios que puedan tomar el testigo, sino porque no existe ningún equipo fuera de serie cuya base esté compuesta principalmente de jugadores españoles. Ni el Real Madrid ni el Atlético pueden hacer el papel que ha jugado el Barcelona estos años para España. Y menos todavía si Del Bosque ni siquiera se convoca a Gabi.
Espero de todo corazón que dentro de un mes me puedan ustedes restregar el título de este artículo. Pero me da a mí que no.