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Daniel Rodríguez Herrera

El último servicio de Rubio al Partido Republicano

Lo más probable es que Trump, el único candidato republicano que pierde consistentemente frente a Clinton en las encuestas, se haga con la nominación.

Si este fuera un año cualquiera, las primarias republicanas se darían ya por finiquitadas. Como es un año cualquiera en el campo demócrata, las victorias de este martes de Hillary Clinton suponen el último clavo en el ataúd de Bernie Sanders, cuya sorprendente victoria en Michigan la semana pasada hizo concebir esperanzas a sus seguidores, pero que ha sido barrido de tal manera que sólo el más fanático puede creer ya en sus posibilidades. Trump también ganó en todos los estados menos en Ohio. El análisis debería ser similar. Sin embargo, estas no son unas primarias corrientes para el Partido Republicano.

Como era previsible, Marco Rubio fue derrotado en Florida por un enorme margen y pocos minutos después de saberse los resultados anunció su retirada de la carrera presidencial. Pero, como también cabía esperar, su decisión de esperar a perder en su propio estado le ha costado a Cruz al menos otros dos: Carolina del Norte y Misuri, donde ha perdido ante Trump por un margen muy estrecho. Su abandono ayudará al tejano, pero no es por sí solo suficiente. Cruz tendría que arrasar a partir de ahora para poder conseguir los delegados necesarios, y eso sólo puede pasar si el combate es a dos. Y va a ser a tres.

Es posible que Kasich no vaya a ganar nada más que el estado donde ganó este martes, Ohio, del que es gobernador. Un estado donde ha triunfado gracias a que Rubio pidió a sus votantes que le apoyaran para evitar que Trump ganara allí también, un favor que el gobernador no le devolvió en Florida. Además necesitaría hacerse con prácticamente todos los delegados que quedan por repartirse para hacerse con la nominación. Así que su objetivo real no es ganar. Al menos no en las urnas.

El objetivo de Kasich es salir como presidente de consenso o vicepresidente de un candidato más fuerte en una convención dividida. Para garantizarse la nominación, un candidato republicano debe hacerse con 1.237 delegados. En caso contrario, los candidatos negocian para terminar determinando quién resulta elegido en la convención, que se celebrará a mediados de julio, mes y medio después del final de las votaciones. Tras sus victorias de anoche, Trump tiene 661 delegados, Cruz 406, Rubio 169 y Kasich 142, lo que hace un total de 717 delegados que no pertenecen al millonario. Todo apunta a que los tres candidatos que quedan seguirán hasta el final, dividiendo el voto anti Trump, lo cual le permitirá hacerse con la mayoría de los delegados pero, posiblemente, no llegar a los 1.237 que necesita.

Aparte de Trump, el único que puede evitar una convención dividida es Ted Cruz, pero ya parece claro que no podrá hacerlo solo. El responsable de la campaña de Rubio ha declarado que todos sus votantes deberían apoyar al senador tejano a partir de ahora. Y tras su empeño en permanecer una semana más de lo prudente en la carrera, la mejor redención que podría ofrecer Rubio es garantizar a Cruz que todos sus delegados le apoyarán en la convención y pedir públicamente a Kasich que haga lo mismo por el bien del partido. Porque aunque una convención dividida no es el fin del mundo, quita tiempo y recursos al ganador para luchar por las elecciones que realmente importan.

En cualquier caso, no hay que engañarse: lo más probable es que Trump, el único candidato republicano que pierde consistentemente frente a Clinton en las encuestas, se haga con la nominación. Lo cual significaría la derrota republicana frente a la lideresa demócrata y la pérdida del efecto arrastre que logra un candidato victorioso en las elecciones al Congreso, al Senado, a las legislaturas estatales y a gobernador en juego ese año. Un desastre total para los republicanos.

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