Walter Block escribió hace cuarenta años su provocador Defender lo indefendible, en el que asegura que prostitutas, chulos, machistas, traficantes, chantajistas, difamadores, policías corruptos, falsificadores de moneda, esquiroles, trepas y hasta quien grita "fuego" en un teatro abarrotado que no se está quemando –el clásico límite que el juez Oliver Wendell Holmes puso a la libertad de expresión–, son todos ellos héroes. Siempre me pareció una exageración que le restaba razón y eficacia. Porque aunque no cometen ninguna agresión sobre la vida, la propiedad o la integridad física de nadie y por tanto sus acciones no deberían estar penadas por la ley, muchos de sus actos son difícilmente defendibles moralmente y además no hacen lo que hacen por los demás, un detalle que debería ser condición necesaria para considerar héroe a alguien, sino por ellos mismos. Pero Block aseguraba que sí, que eran héroes, porque daban un servicio necesario a la sociedad pese a tener que enfrentarse al escarnio y el desprecio público continuo.
Pablo Echenique es un señor argentino que vino a vivir a España cuando tenía 13 años, entre otras cosas porque padece una grave enfermedad que le ata a una silla de ruedas y su madre pensó que aquí tendría unas ayudas y unas oportunidades que en su tierra no hubiese disfrutado. Tenía razón. Pero Echenique decidió meterse en política en un partido cuyas propuestas políticas consisten en copiar las políticas que han conseguido que los argentinos tengan que emigrar aquí cuando a principios del siglo XX era al revés. Convertir , en definitiva, esta tierra de oportunidades en otra Argentina. Y eso en el mejor de los casos. Es decir, que trabaja activamente para denegar a los demás de aquello que le ha permitido llega a donde está. Sólo con esto bastaría para llegar a ciertas conclusiones sobre su moral, o su falta de ella. Pero ahora hemos sabido de todo el asunto de pagar en negro a su asistente.
Resulta que Echenique, que en la última campaña electoral decía en un mitin que era "una vergüenza tener a cuidadores sin pagarles la seguridad social", estuvo haciendo eso mismo durante años. Afirma que no tenía obligación de hacerlo, y ciertamente, con la ley en la mano, no tendría por qué, como enseguida se han apresurado a argumentar los leguleyos afines. Pero en ese caso tendría que haber pagado el IVA, y tampoco hay constancia de que lo haya hecho, y si no ha enseñado ya las facturas, tiene pinta de que simplemente no lo hizo. En definitiva, Echenique es un defraudador. Un defraudador pequeño, pero defraudador al fin y al cabo. Cierto es que su falta palidece al lado de las corruptelas de los grandes partidos, pero éstos llevan décadas de poder y Podemos venía a limpiar la política y acercarla a La Gente™. Oye, que igual resulta que es esa misma gente la que paga al fontanero sin IVA también.
En este país defraudar a Hacienda parece haberse convertido en un crimen peor que la violación de niñas y el asesinato terrorista juntos; un clima de opinión al que ha contribuido especialmente la extrema izquierda y su exageración sobre el fraude que hay en España y la responsabilidad que tiene en el déficit y los recortes. Pero esa misma izquierda se calla cuando el defraudador es Echenique, demostrando que lo suyo no son principios, sino campañas políticas que dependen más de quién hace que de qué hace. Algo que ya pudimos ver con el caso Messi y sus defensores izquierdistas catalanes. En cambio, a Walter Block el señor Echenique le parecería un héroe que sólo intenta conservar lo suyo ante la rapiña de los políticos, colaborando activamente en la reducción del tamaño del Estado y enfrentándose por ello a la condena de la sociedad. Lo que no sé es si ese es el tipo de héroe que le gusta a Podemos.