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Daniel Portero

Hipocresía y cambio climático

Sánchez presume de transporte sostenible. ¡Hay que ser muy cínico!

Termina la semana intensa de la Cumbre Internacional del Clima, con una relativa concienciación en la sociedad y con discursos de personas que no han dado mucho ejemplo estos días, como Javier Bardem, por no hablar de la manipulación que han hecho de la joven Greta Thunberg, que en vez de ir al colegio a aprender como los niños de su edad ha preferido venir a Madrid a enseñarnos a los demás.

Por otro lado, resulta paradójico que, mientras dirigentes de países que asisten a la Cumbre van de jardineros a plantar árboles en Las Rozas (Madrid), otros aterrizan en Barajas con sus aviones privados que consumen queroseno, combustible capaz de contaminar 80 veces más que un utilitario u 800 veces más que el tren. No nos vale la hipocresía del presidente en funciones Sánchez, quien habitualmente utiliza el Falcon para trasladarse incluso a distancias inferiores a los 200 km (por ejemplo, Valladolid) o para irse de concierto con su mujer (recuerden Benicassim). Ya nos contó Carlos Herrera el pasado enero que Sánchez, en sus 7 primeros meses de presidente interino, había recorrido 130.000 km con su juguetito preferido: el Falcon. Está claro que ya habrá superado con total seguridad la barrera de los 250.000 km de viajes en avión privado. Suponiendo que viajan unas 10 personas en el avión –y me parecen muchas–, el consumo de queroseno debe de rondar las 800 toneladas. Eso son aproximadamente 2.500 toneladas de dióxido de carbono, es decir, el equivalente a 10 campos de fútbol de gas contaminante del efecto invernadero. Pero Sánchez presume de transporte sostenible; ¡hay que ser muy cínico!

Hace unos días se publicó un artículo de sumo interés en la web inmobiliaria Idealista, firmado Lucía Martín. Trataba sobre la desaparición del segundo recurso más consumido de nuestro planeta: la arena. Cada día se extraen en el mundo 18 kilos por habitante, principalmente para la construcción. Según la Organización Mundial de la Salud, en un hogar actualmente son necesarios 50 litros de agua por habitante y día para beber, cocinar y limpiar. Tal y como planteaba el artículo de Lucía Martín, para construir una casa de tamaño medio se necesitan 200 toneladas de arena para mezclar con el cemento; para 1 km de autopista, aproximadamente 30.000 toneladas.

Informes de la ONU dicen que la arena es un recurso que se está agotando. Muchos pensarán que hay una gran cantidad en las playas o fondos marinos susceptibles de ser dragados, pero la realidad es que no pueden alterarse los litorales de nuestras costas por su protección medioambiental y sobre todo por su afectación al equilibrio que se origina de la dinámica litoral por acción del oleaje. También existe gran cantidad de arena en los desiertos, pero la granulometría y la erosión del viento la hace inservible para la construcción. La principal fuente de generación de arenas viene de la molienda de material rocoso en excavaciones o canteras.

Ahora bien, hoy en día existe una fuente de generación de arenas y gravas en las estaciones depuradoras de aguas residuales.

Mediante la recogida de residuos del desbaste de las plantas depuradoras se pueden reciclar grandes cantidades de este árido, que viene en suspensión con el agua residual que entra en las depuradoras, después de un tratamiento adecuado. Existen ya experiencias en Andalucía, Comunidad Valenciana y País Vasco de tecnologías que separan la materia orgánica de las propias arenas; tecnologías que en Madrid se están estudiando para que, a través de Canal de Isabel II, se logre utilizar una tecnología apta para poder reutilizar las arenas ya limpias en el fondo de las zanjas de conducciones o como base de superficies ajardinadas, sin descartar otros futuros usos.

Hay que recordar que actualmente, en la Comunidad de Madrid, se pagan 75 euros por cada tonelada de gestión de residuo orgánico en vertedero, y que los vertederos de la región se encuentran muy saturados. Al descatalogar el residuo –por haberse tratado y acondicionado– como residuo inerte, el precio de la gestión es de 15 euros la tonelada, por lo que el ahorro podría llegar a ser de 60 euros por cada tonelada tratada en vertedero.

De la propia experiencia estudiada en el Canal de Isabel II se tiene constancia de que las 157 depuradoras podrían llegar a generar casi 17.000 toneladas de arena, o 120 km de relleno de la cama arena en conducciones, lo que haría posible la llamada economía circular en la recuperación de este recurso que tan difícilmente resulta obtener actualmente.

Todo esto que escribo es una idea que puede ser una realidad, pero debemos ser los políticos los que, sin cinismos ni hipocresías, impulsemos ideas generadoras de soluciones para el futuro de nuestras generaciones. Ahí lo dejo: un granito de arena para hacer montaña.

Daniel Portero de la Torre, ingeniero de Caminos y diputado en la Asamblea de Madrid.

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