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Daniel Blanco

Honor a la selección de balonmano

Lo mínimo era competir, lo máximo llevarse el oro pero entre medias existe el consuelo de seguir en el cajón del podio. Todo un logro.

Lo mínimo era competir, lo máximo llevarse el oro pero entre medias existe el consuelo de seguir en el cajón del podio. Todo un logro.
España - Suecia. | Cordon Press

Se apagó la luz en el Budapest Handball Arena cuando Eckberg anotó el 7 metros con el reloj a cero. Suecia era campeona, para España la plata amarga, que no consuela en el momento el llanto por ser los subcampeones pero que recubrirá de orgullo a estos jugadores con el paso de los días.

Fueron cinco minutos de locura los últimos del encuentro. España remontó dos goles cuando ya nadie la creía capaz. Tuvo el ataque para ponerse arriba con un minuto por jugar pero Cañellas, fruto de un claro empujón, tiró a portería con todavía 20 segundos de tiempo. Lo suficiente para que Suecia armara el ataque letal y forzara el penalty sin tiempo. La peor forma de perder un campeonato.

El honor está intacto para los Hispanos a pesar de la derrota en el último encuentro. El trasvase de generación ha salido bien. Se fueron Entrerríos y Aginagalde cuando terminaron los Juegos Olímpicos. Ribera no pudo contar con Alex Dushevaev por lesión y con su hermano Dani por decisión técnica. Sarmiento se había quedado sin Europeo hasta que tuvieron que echar mano de él por los positivos Covid, hasta cuatro en este torneo. A pesar de todo España fue fiel a sí misma. A su garra, a su defensa en momentos cruciales. Lo mínimo era competir, lo máximo llevarse el oro pero entre medias existe el consuelo de seguir en el cajón del podio. Todo un logro.

España ha jugado su cuarta final consecutiva en un Europeo. Ha ganado dos (Suecia y Croacia) y ha perdido otras dos (de nuevo con los escandinavos y ante Alemania en 2016). La selección de Jordi Ribera ha vuelto a demostrar que se puede confiar en ellos, que un detalle ha impedido el metal más preciado pero no hay duda sobre este grupo en el que la regeneración parece que no ha funcionado del todo mal.

Consigue España el billete para el próximo Mundial que se disputará en enero de año que viene en Polonia y en Suecia y revitaliza a unos jugadores que debutaban en un gran torneo. Matrícula de honor y mención especial para Ian Tarrefeta, brutal cuando ha podido jugar, menos de lo que a él le hubiera gustado pero es que el Covid también le visitó en el campeonato.

Para Jordi Ribera los honores también. Desde 2017, año en el que está en el cargo buenos resultados. Empezó dudando en el Mundial de Francia pero le contemplan dos oros y una plata europea y dos bronces, uno mundial y uno olímpico. La obra maestra que ha confeccionado con una plantilla en la que ha tenido que ensamblar nuevas relaciones es tremenda. Los veteranos ayudando a los nuevos. Lo que queda de la vieja generación con la nueva que demostrará que es parte de la élite en los próximos años. No quedan palabras, solo reconocimiento a estos fenómenos.

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