Ya querrían la crisis del Real Madrid muchos equipos. Ya querrían muchas escuadras de Primera solventar con dos goleadas una supuesta crisis. El Madrid no ha sufrido ningún colapso, sólo dos partidos malos que pueden ser decisivos pero que, si la lógica se impone, no lo serán porque el camino de la Liga es muy largo.
Solventó el equipo blanco estas dos semanas malas, con un 5-1 al Basilea en Champions y con un demoledor 2-8 en Riazor. En La Coruña se vivió algo parecido a un partido de fútbol. Jugaban dos equipos frente a frente con once tipos cada uno, pero la realidad dibujó algo más parecido al partido de empresa de todos los jueves que a un duelo de Primera División.
Pero es mérito del Real Madrid que eso pareciera una pachanga porque los de Ancelotti tienen una pegada que no tiene nadie en el mundo. Tres goles de Cristiano, dos de Bale, dos de Chicharito y James. Y además Kroos, Modric, Isco y Benzema, que no marcaron pero que lo harán a menudo. Y además Jesé que lo volverá a hacer cuando regrese. Habrán sido dos descuidos los que ha tenido el equipo, ya digo, peligrosos, pero lo normal siempre es que el Madrid gane su partido y, después si eso, que lo empate, pero perder será difícil que lo haga.
Sólo hay que ver, jugando a futbol ficción, que ha podido ganar todos los partidos que ha disputado. Me dirán "ya, pero hay que ganarlos". Cierto, pero convendrán conmigo que en Anoeta y ante el Atlético el equipo pudo ganar, no fue el rival muy superior y perdió los dos. En San Sebastián sólo una conjunción de factores impidieron una victoria clara. Y en el derbi no extrañó la derrota, pero la victoria blanca no hubiera sido injusta. Son cosas del fútbol que, afortunadamente, no es un deporte lógico.
El Madrid fue a Riazor como si no hubiera un mañana y hubiera que solventar en 90 minutos todas las dudas. Ronaldo hizo un golazo, James otro y Chicharito otro más. El equipo presionaba con 2-8 a cinco minutos del final. Todos mordían. Como si un conjuro durante la semana hubiese puesto de acuerdo a todos para que no volvieran a suceder las cosas de estos últimos días.
Hasta jugó Illarramendi, enorme Ancelotti en ese detalle, para acabar de cerrar un partido que ya estaba medio ganado (1-3) pero al que convenía echarle el candado definitivamente. Jugó Isco, excelso en todo lo que hace. Y jugó Chicharito que, permítanme, es el fichaje de verano más acertado de los últimos tiempos. Ya lo verán. Es un lujo tener en la plantilla a un goleador que no proteste cuando no juegue y que acepte el rol. Es una barbaridad que no se pueden permitir casi ninguno de los equipos de nuestra liga.
Es decir, que no se asuste nadie porque el Madrid no se va a ir de la Liga tan pronto. Esto parecía ya coser y cantar para los rivales. Incluso para el Barcelona, que solventó plácidamente su compromiso en Valencia ante el Levante y que está impoluto en Liga, sin goles encajados, sin traspiés. Incluso para el actual campeón, el Atlético, con algunos problemillas este año, menos finos los colchoneros que hace meses. Los rojiblancos empataron el sábado en casa. Que volaran puntos del Calderón era algo muy poco habitual el año pasado
Han tropezado dos veces los blancos y se les hacía la boca agua a los extraños, a los que no conocen la naturaleza verdadera de este equipo. Un portento de jugadores que optará por el título. Lo dijo el otro día Carlo que, por cierto, mandó un aviso a los que andaban ya buscando equipo, casa y ciudad nueva a Álvaro Arbeloa. No es fijo, pero no es un deshecho para el técnico. Le pondrá y le pondrá bastante.