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Daniel Blanco

El problema del Barcelona

Da la sensación de que a Griezmann en Barcelona se le ha hecho culpable de muchas cosas. Incluso de aquellas de las que no tiene la culpa.

Da la sensación de que a Griezmann en Barcelona se le ha hecho culpable de muchas cosas. Incluso de aquellas de las que no tiene la culpa.
Martínez Munuera muestra amarilla a Jordi Alba durante un lance del Clásico. | EFE

No jugó un mal partido el Barcelona el sábado ante el eterno rival. No fue un mal Clásico, no fue un desastre a pesar de la derrota. Es más, la primera parte fue muy decente rallando a gran altura. Pero este equipo fue perdiendo gas a medida que transcurría el choque, a medida que el rival brillaba en las contras. Fue perdiendo fuel un equipo que no es fiable, que lo fue durante dos semanas (Villarreal y Celta) pero que ha dejado de tener ese don a medida que pasa la temporada. Ya son tres semanas sin ganar en el campeonato doméstico y eso es grave.

Comenzó bien Koeman con una idea sorprendente a la par que efectiva. Griezmann se quedaba en el banquillo y Ansu ocupaba la plaza de delantero centro. Se le ocurrió al técnico holandés situar a Coutinho en la izquierda, a Pedri en la derecha, a Messi le ordenó moverse por donde quisiera. Y no salió mal, a pesar de empezar perdiendo. El delantero empató el choque y Messi tuvo una clara para marcar. La primera parte fue mejor que su rival pero no valen medias partes, la historia no se escribe con medias tintas.

Y es que el problema principal de este equipo es una paradoja. Porque así se puede definir que lo peor de este grupo de jugadores es algo que está bien gestionado. Las suplencias de Dembele y Griezmann son merecidas, hasta ahora y, sin embargo, ahí radica el gran problema. 270 millones en el banquillo. Dos jóvenes de 17 años titulares en el gran partido de la temporada. Cuando la solución es el problema, algo va mal.

No seré yo el que le quite méritos a los jóvenes. Ansu y Pedri deben jugar si lo merecen pero no parece una gran idea planificar de esta manera la temporada. Anteponer la urgencia de que salgan dos perlas de la cantera a la realidad de empezar a enterrar, por el camino, a dos jugadores que deben ser estrellas en este equipo. A Dembélé le han dado demasiadas oportunidades y hay cosas para la esperanza en el extremo, lejos de que se pueda lesionar con mucha frecuencia y que su comportamiento fuera del campo no sea el adecuado en ocasiones. A Griezmann no se le encuentra la posición exacta. No lo hizo Valverde, ni Setién y, menos, lo está haciendo Koeman. El francés no es extremo, es segundo punta. Esto es así pero nadie parece verlo.

Puede ser que él tampoco esté muy cómodo, que no haga mucho por revertir la situación. Pero no es menos cierto que cada vez que juega con la selección se libera, tiene compañeros que le entienden mejor y no es centro de las críticas. Da la sensación de que en Barcelona se le ha hecho culpable de muchas cosas. Incluso de aquellas de las que no tiene la culpa, como de no cuadrar en el equipo el año pasado porque ni Messi ni Suárez parecían aguantarle.

Parece evidente que éste es el principal problema azulgrana. No la alineación del sábado, valiente y con aspectos que hacen jugar bien al equipo. Que Dest y Alba suban hasta línea de fondo es una maravilla para este grupo. Que De Jong maneje el centro del campo es bueno y no puede ser malo que dos jóvenes con desparpajo se adueñen de una valentía feroz para triunfar. Tampoco es mala noticia que un desahuciado hace dos años (Coutinho) enseñe ahora los trazos del futbolista que nunca se fue.

No puede ser un problema que sólo seis jugadores de la debacle de Lisboa de hace dos meses ante el Bayern se mantengan en el equipo (Alba, Lenglet, Piqué, Messi, Busquets, De Jong). Si se habló de revolución, ahí la tienen o, al menos, algo que se le parece mucho. Otra cosa es que se reviente, por el camino, a jugadores extraordinarios

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