Se acomodó en su asiento reservado en el estadio de Montilivi y se dispuso a presenciar el partido entre el Girona y el Celta. Hablamos del pasado 27 de febrero y Julen Lopetegui era seleccionador nacional. Su objetivo, ver in situ a Iago Aspas y a Portu por si había opciones de que ambos entraran en la lista para el doble enfrentamiento que tenía España ante Alemania y Argentina un mes después. Pero Julen iba a algo más esa noche de martes al estadio gerundense. Quería hablar con alguien.
Y ese destinatario no era otro que el entrenador local, Pablo Machín, ya en su papel de técnico revelación del año, llevando al equipo catalán a unos puestos cómodos en la tabla. Julen quería hablar con su colega de un sistema que le tenía fascinado. Quería pedirle consejos para atacar y defender como lo hacía Machín en ese esquema de tres centrales y dos carrileros largos que el soriano estaba plasmando en el equipo de Montilivi. Le tenía maravillado porque Machín conseguía que toda su defensa se desplegase en ataque como un reloj y se empeñara en la parte trasera con tanta eficacia. Lopetegui quería que la selección, en determinados partidos, actuara así, justo cuando el rival se te encerrara defensivamente. Era una buena idea, porque el Girona, en su papel de equipo de la zona baja, tenía menos opciones de triunfo que una selección como la española, acompañada de grandes estrellas.
Hablaron al final y, dicen, que la conversación se prolongó dos horas. Que quedaron el día siguiente y siguieron charlando cuando Machín invitó a Lopetegui a asistir al entrenamiento matinal del equipo gerundense. Fue el comienzo de una amistad que perdura y que este miércoles tiene un punto de encuentro, el partido que les va enfrentar en el Sánchez Pizjuán. Ahora Machín ha subido un escalón en su vida profesional llevando los destinos del Sevilla. Julen perfecciona con grandes ansias de triunfo un sistema que convenza al madridismo y que, por ahora, tiene buenos resultados.
El contraste de estilos es claro. Uno ha abogado por este sistema de 3-5-2 casi siempre en su carrera profesional y ha arriesgado en mantener en el Sevilla una forma de jugar muy complicada de llevar a cabo. El otro, en el Madrid, alterna formas de jugar porque se acopla a sus pupilos. Julen ha optado ante Getafe, Girona y Leganés por 4-3-3 claro, lo dejó para optar por el 4-4-2 en Bilbao y ante la Roma porque siempre Asensio se asemeja más a un centrocampista llegador. Sólo se ha dejado puntos en la Catedral en un estadio donde es fácil que muchos equipos lo hagan. 13 puntos en Liga y una victoria convincente en Championsle contemplan, pero e smuy pronto para valorarle
Cuando se saluden en el Pizjuán seguro que hablan de aquella noche, de la forma que aprendió Julen, de la charla eterna. Un ejemplo bonito de ayuda mutua. De todos se aprenden y de todos se pueden absorber cosas. Esto es el mundo del fútbol profesional, donde encuentras un punto de unión en un colega inesperado. Allí donde no hallabas fusión, resulta que tenías alguien a quien preguntar. Sorpresas que siempre te topas por el camino.