Fue llegar el minuto 65 de partido y comenzó su show particular. El que viene haciendo habitualmente, el de un ídolo de masas, el del jefe auténtico de un vestuario similar a un ejército. Simeone mandó recular, conservar lo que tenían, advertirle al Getafe que tendrían que ser ellos, los visitantes, los que hicieran algo por el partido porque por ellos, los colchoneros, ya estaba todo hecho. El Atlético ganaba 1-0 y los dos equipos estaban con diez. Suficiente para que el Cholo comenzara su trabajo, el más complicado, convencer a la grada que esto es lo que van a ver casi todos los partidos.
Gustará a los más rojiblancos, causará animadversión a los que quieren ver algo de fútbol. Convencerá a sus fieles, mantendrá lejos a los que ansían ver a un equipo distinto. A los que confiaban, pobres, que con esta plantilla el Atlético iba a ser otra cosa, iba a parecerse a un equipo dominante, cautivador. Nada de eso. Tenemos ante nosotros otra nueva muestra de una obra muy bien cultivada. Son ocho años en el banquillo de un equipo y esto no cambia de un día para otro.
Es verdad que las dos expulsiones de la primera parte del choque ante el Getafe (una por bando) mostraron otro partido del que podía haber sido. Nadie sabe si once contra once (me cuesta creerlo) la historia hubiera sido distinta. U once contra diez, si el expulsado sólo hubiera sido Molina. Quizá el Atlético hubiera dominado o explotado los espacios de manera cruenta con el rival. Nunca lo sabremos.
Lo que sí sabemos con rotundidad es que el Cholo no engaña. Mandó en la segunda parte al equipo atrás, Puso a Saúl de lateral izquierdo. Luego quitó a Thomas para meter a Hermoso y que el nuevo alumno pasara a la izquierda. Sacó a Joao Félix, presa de unos calambres horribles, propios de este tramo de temporada y metió a Marcos Llorente, un tipo absolutamente vital en este equipo. Y, finalmente, metió a Vitolo en el campo pero para sacrificar a Lemar, por cierto, uno de los mejores. No estaba el partido para florituras.
Hemos visto muchas veces también este estilo de partido y, sin embargo, ser el equipo rojiblanco el que más opciones tiene. Eso es mérito de Simeone. Porque el equipo juega atrás, pero sin renunciar a salir. De ahí que Joao Félix provocara un penalti, que falló Morata, y que entre el delantero madrileño y Vitolo fabricaran una contra de libro que sólo el mal control del canario mandó al limbo. El Getafe avisó en un tiro al larguero lejano de Ángel, que no es poco, pero se ahogó en la encerrona rojiblanca.
Y así pasó otro día en el Metropolitano. Ven a vernos que sufrirás, pero te llevarás más alegrías que disgustos. Eso es tan verdad como el monumento que le deben hacer al Cholo acabada su trayectoria como entrenador del Atlético. Sin duda el que más virtudes saca de todos sus jugadores. Nunca arriesgará un tesoro si lo puede perder. Nunca hará guiños al espectador. Nunca comulgará con lo que habitualmente se dice desde fuera. Simeone quiere a su Atlético, a su manera, no a la manera que a otros les gustaría que fuese. Es simple.