Sacó la mano y lanzó a portería casi sin mirar, con la prórroga cogida bien entre los brazos pero con la opción de que la bola llegara a la gloria. Lo hizo. El balón entró veloz en la portería de Dinamarca. A dos segundos del final Joan Cañellas llevó a España a ganar un partido épico.
Un partido que muchas veces hemos perdido. Ante Suecia en el Europeo de 2008, ante los propios daneses en 2011, ante Francia en los Juegos Olímpicos de Londres. Es un final bastantes veces visto, siempre desfavorable a España. Menos ayer, que la historia nos hizo un guiño irrepetible. Ganar así es genial.
Se plantea España un partido ante Francia en semifinales muy complejo, áspero, espeso, terrible, también visto estos últimos años con una gran asiduidad. En el Europeo de 2012 les ganamos en la primera fase, se vengaron en los Juegos Olímpicos con aquel gol de Accambray en el último segundo, tras haber rechazado los españoles la pelota. En el Europeo de 2014, nos volvieron a apartar de la final. Francia es la bestia negra estos últimos años.
Por eso el partido de este viernes toma más dramatismo. Es una final la que hay en juego y, dicen los expertos, que puede haber un campeón del Mundo. Qatar o Polonia son rivales asequibles, pero a estas alturas nada se puede afirmar en este Mundial loco, donde este miércoles Croacia y Alemania vieron sus sueños frustrados. Unos sueños que eran de metal.
Se planta España en la semifinal, su tercera consecutiva en un Mundial, con buen nivel de todos los integrantes. Espléndidos los porteros Sierra y Gonzalo Pérez de Vargas, muy seguros Cañellas, Rocas, Tomás, Valero Rivera, Maqueda. Unos muros infranqueables Aginagalde y Guardiola. Es esta España de Manolo Cadenas un grupo fiable. Dos semifinales, una europea y otra mundial, en la era del leonés como seleccionador. Hay que seguir soñando. Estamos a 60 minutos de una nueva final, a 120 de un título. Soñar es gratis.