Hay noticias que ajustan su horario para entrar en los informativos de la tele, pero no parece el caso de la que se espera. Rajoy entra en la Zarzuela mientras escribo estas líneas, y es de temer que no se conocerá lo mollar hasta que sea demasiado tarde para el común de los columnistas. Gajes del oficio. En realidad, no sé por qué se celebra esta segunda ronda de consultas del Rey con los partidos: nada sustancial ha cambiado desde la que hizo la semana pasada.
Si la Constitución no indica plazos para que el Rey encargue la investidura a un candidato, ¿a qué viene la premura? Si estamos en una situación inédita, como dice todo el mundo, y sin duda en una situación compleja para la formación de Gobierno, ¿por qué ha de resolverse de un plumazo, cuanto antes? Y, sin embargo, ahí se está, metiendo prisa para que haya un Gobierno, ¡venga, rapidito!, como cuando uno llega a la barra del bar con el tiempo justo para tomarse el café.
El socialista Sánchez dijo que si Rajoy renunciaba otra vez a presentar su candidatura, él estaba dispuesto a gobernar. Hombre, dispuestos a gobernar hay muchos, por incomprensible que resulte, pero la cuestión no es querer. ¿Y qué tiene hoy Sánchez, aparte de 90 diputados? Lo único que tiene a mano es un posible socio, uno dispuesto con mucha avidez y alguna alevosía, que es el partido Podemos, más el amigo de IU que se llevaría a la fiesta; los dos amigos, es decir.
Nada sustancial ha cambiado desde la primera ronda de consultas a la segunda, dije antes. Hay una salvedad: se han añadido nuevos vetos a los de partida. El veto de Iglesias a un acuerdo con el PSOE que incluya a Ciudadanos y el de C's a un acuerdo que incluya a Iglesias, no pueden sorprender a nadie, pero dificultan la ya difícil papeleta de Sánchez. Si quería tender la mano tanto hacia su izquierda como hacia su derecha, y siempre excluyendo al PP, ahora sabe que ese pacto a dos bandas no es posible. Estamos en el clásico "O con unos o con otros".
Luego está, naturalmente, el orden de los factores, que en esta ocasión altera el producto. Aquel candidato que se presente primero a la investidura queda políticamente fuera del juego, descalificado, si no la consigue. De ahí que Rajoy y Sánchez se hayan comportado como los colegiales cuando el profesor pide un voluntario para salir a la pizarra. No hay tortas para presentarse, sino para evitar la humillante exhibición.
Como a Rajoy no le salen las cuentas a día de hoy, no lo veo lanzándose al trance de la investidura para perderla, pero ¿y Sánchez? ¿Dará un paso al frente aunque no lo pueda dar sobre el cadáver político de Rajoy y a pesar de que tampoco le salen los números? La noticia, ¡por fin!, es que sí. El Rey propone a Sánchez como candidato a la investidura. La suerte está echada. Yo no le arriendo la ganancia.