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¿Son menores de edad los votantes?

Quién dice que los payasos no puedan ser dictadores o instaurar gobiernos autoritarios. Se acaba de morir un caudillo venezolano que reunía ambas condiciones.

Algunos medios internacionales han celebrado que en Europa, ahora, no se vote por dictadores, sino por payasos. A mí me parece mucho generalizar esa Europa de los payasos y no veo motivo para celebrar nada. Quién dice que los payasos no puedan ser dictadores o instaurar gobiernos autoritarios. Se acaba de morir un caudillo venezolano que reunía ambas condiciones. A Hitler le vieron algunos, en un principio, como un payaso al que no había que tomarse en serio. Sea todo esto dicho sin faltar al respeto a los profesionales del hacer reír, que no merecen la comparación con los profesionales de la demagogia y el disparate que circulan, con cierto éxito, por los escenarios políticos de Europa.

Se escribe ampliamente que el éxito político de los payasos es resultado y puro efecto de la incapacidad, incompetencia y corrupción de los partidos tradicionales. Del sistema, en una palabra. El sistema político falla y surge una indignación que sólo encuentra salida en el voto a quienes gritan "¡Abajo todo y todos!". Al ver el percal de las propuestas más o menos dignas de tal nombre de los clowns antisistema, suele reconocerse que ni son viables ni razonables. Pero, ah, resulta que su papel no es plantear soluciones posibles, sino encender las alarmas y ser válvula de escape del hartazgo.

Por lo visto, estos payasos tienen una misión histórica, que es empujar a los tipos serios de la política a hacer los cambios a los que se han resistido. ¿Y si no los hicieran? Bueno, entonces, ganarán los payasos y nos iremos al guano con mucha risa. Todo esto nos sitúa en el mundo de las rabietas infantiles, con la diferencia de que las rabietas del niño sólo destrozan los nervios de los adultos de su entorno. Y nos lleva al jardín de infancia, ése en el que tales analistas ubican al votante del payaso, del que suponen que vota por pataleta y no porque quiera que el payaso gobierne. Suponen que el votante de Grillo desconoce o no comparte todo lo que piensa su héroe y tapan piadosamente desbarres como los que figuran en esta lista.

Hay un esfuerzo por justificar ese voto irresponsable que conduce a quitarle responsabilidad al votante, que es como quitarle la condición de ciudadano. Y hay, tras él, un intento por legitimar el populismo; mejor dicho, un populismo, el que la izquierda considera afín, el que le parece suyo. El populismo, aunque sintomático de una crisis política, no es vía para resolverla, sino para agravarla. "Esa democracia de plazas llenas, puños duros y caudillos efusivos es, sencillamente, una democracia sin ciudadanos", escribió Silva-Herzog Márquez cuando los populistas campaban sólo en Iberoamérica. Preguntado en La Nación por el "voto de protesta" a Grillo, el politólogo Giovanni Sartori dijo: "Si la gente está enojada, debería antes informarse un poco, en vez de dejarse seducir". 

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