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Cristina Losada

Sinceramente, ETA

La realidad del crimen, de casi mil asesinatos, se ha hecho legal sin otra exigencia que unas palabritas que ni siquiera alcanzan la categoría de condena.

Batasuna era ilegal, y ya es legal. Porque era ETA, pero ya no es ETA. Sus integrantes eran terroristas o cómplices de los terroristas, y ahora son demócratas que nunca justificaron ni facilitaron atentados, asesinatos, persecuciones y extorsiones. Esta es la prodigiosa mutación de la que nos ha dado noticia el Tribunal Constitucional, tras encontrar las pruebas que acreditan la virtuosa metamorfosis en la papelera: en unos estatutos y en dos notas de prensa. Escasas veces habrá tenido un comunicado de prensa tanto valor y unos magistrados, tan poca vergüenza. Para la mayoría del TC, un par de declaraciones que rechazan la violencia "venga de donde venga" tienen mucho más peso que un historial comprobado de concertación con ETA y los documentos que así lo acreditaron ante el Supremo. Aquello que el TS sentenció como nuevo disfraz de la ilegal Batasuna, una tapadera, se ha convertido en un partido perfectamente homologable por obra y gracia de unas cuantas frases de ambigüedad calculada.

No es que haya una Batasuna buena y otra mala, sino que toda ella, pues toda ella está en Sortu, es buenísima. Basta ojear el currículo de sus integrantes, donde los más veteranos han pasado toda una vida en el servil oficio de portamaletas de la banda terrorista. Tan es así que ni siquiera Pascual Sala, Elisa Pérez Vera y los otros cuatro sedicentes progresistas se atreven a rubricar que sean tan puras las intenciones de la siniestra pandilla y, por curarse en salud, reconocen que tal vez ocultan otras distintas. ¿Y entonces? Entonces, nada, porque el Derecho, según arguyen, no puede resolver el dilema de si son o no son sinceros. Es decir, sí puede, pues el TC lo ha resuelto. Ha dicho que debemos creer en su sinceridad cuando manifiestan un equívoco repudio de la violencia etarra, que el Supremo calificó de instrumental, cosmético y retórico. Pero el TS, la Guardia Civil y la Policía sólo prestan atención a esa cosa rígida que son las pruebas. Carecen de capacidad plástica para retorcer el Derecho.

Este Constitucional ha querido dejar como legado a la democracia española la completa rehabilitación de todos los apéndices de ETA y, por tanto, de ETA. Es lo que Patxi López llamaba "hacer legal lo que es real". La realidad del crimen, de casi mil asesinatos, se ha hecho legal sin otra exigencia que unas palabritas que no alcanzan la categoría de condena. Como declaraba un portavoz de Batasuna en el aniversario del atentado de Hipercor, "la palabra condenar no lleva a ningún sitio". Y tenía razón. No pronunciándola han llegado muy lejos.

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