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Cristina Losada

Sentimiento, no: resentimiento

Mucho escándalo provoca que Vox esté en contra del Estado de las Autonomías, pero sus mayores 'enemigos' están dentro.

Mucho escándalo provoca que Vox esté en contra del Estado de las Autonomías, pero sus mayores 'enemigos' están dentro.

Elvira Roca Barea, autora del ensayo Imperiofobia y leyenda negra, describe con mucha agudeza el tipo de política que ha incentivado el sistema autonómico en unas pocas líneas en su prólogo al libro 1492. España contra sus fantasmas, de Pedro Insua. Esto dice, y pongo en redonda lo fundamental:

Desde la Transición, el régimen de las autonomías, creado con el único fin de dar acomodo a algunos sectores nacionalistas, y no mayoritarios, en unas pocas regiones, convierte su existencia en una promoción y justificación constante de sí mismo. (...) En Andalucía, con éxito variable, el pasado andalusí se convierte en sustento del hecho diferencial que cada autonomía promociona, porque las autonomías son algo así como el sistema que nos permite recuperar aquello que nos han quitado. Cada una esgrime un relato de lo arrebatado y de lo perdido como fuente de legitimidad.

Es exactamente así. En las autonomías, en unas más que otras pero en la mayoría, el establishment político se fue dedicando de manera creciente a anclar su legitimidad en un relato (inventado) de expolio. La idea medular es, como dice Roca Barea, que a esas regiones se les ha quitado algo. Algo esencial que era propiamente suyo, como una cultura, una lengua, una historia, una prosperidad. Algo, en fin, que tuvieron en un pasado que tienden a presentar como una Edad de Oro, como es propio de los relatos míticos, o que si no llegó a ser dorado y pujante es porque se les arrebató la posibilidad.

La tríada típica del nacionalismo: Edad de Oro, decadencia debida a las pérdidas y proyecto de recuperación de la Edad de Oro. La diferencia entre los nacionalistas y los no nacionalistas es que los primeros tienen un sujeto claro al que achacar el expolio (España), mientras que los segundos dejan el relato en forma impersonal. No dan el último paso lógico, que es decir quién arrebató lo que fuera que se les ha arrebatado, pero los supuestos son idénticos y conducen al mismo objetivo: recuperar lo que se perdió. Son los presupuestos del victimismo.

Lo interesante de la descripción de Roca Barea es que permite aclarar cómo es el motor emocional de la política autonómica. Y es que la fuerza negativa más importante que ha generado el sistema autonómico no procede de cultivar sentimientos de identidad, que son compatibles unos con otros, sino de excitar el resentimiento. Porque resentimiento es lo que surge cuando uno cree que le han despojado de algo valioso que poseía y no se lo quieren devolver. Tal es, mutatis mutandis, el relato autonómico más común y extendido, el que abrazaron sus clases políticas sin distinción de partidos, y sólo con alguna solitaria salvedad. Abandonaron así la posición de administradores que les correspondía por el papel de caudillos que agitan viejos agravios y reclaman deudas históricas. No les importó que la fuerza del resentimiento restara fuerza y legitimidad al conjunto ni previeron que de ese modo le restaban fuerza también al propio régimen autonómico, que únicamente tiene sentido dentro del Estado y la nación españoles.

Mucho escándalo provoca que Vox esté en contra del Estado de las Autonomías, pero sus mayores enemigos están dentro. Los que dañan el sistema autonómico son los políticos autonómicos.

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