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Cristina Losada

Los publicistas de Bildu

“La condena a Otegi complica el proceso para un futuro sin ETA”. Y los jueces, insensibles al benéfico objetivo, deciden frustrar el happy end. Ya se asombraba el estadista González de que nadie les dijera lo que tienen que hacer.

¡Tan bien como nos iba y vienen unos jueces a cortar el rollo! El tribunal cortante ha sido una sala de la Audiencia Nacional. Su impertinencia ha consistido en condenar a Otegi y a Díez Usabiaga a diez años de cárcel. La idílica situación que esa sentencia "complica" es un proceso en el cual los terroristas se abstienen de matar mientras les parezca conveniente y reintroducen a sus peones, tras somero lavado de cara, en instituciones que dotan de poder y presupuesto. Ah, no, exclaman buenistas y oportunistas, aquello que la condena pone en peligro es la feliz conversión a la democracia del entorno terrorista y la ansiada desaparición de la banda. En titular de periódico: "La condena a Otegi complica el proceso para un futuro sin ETA". Y los jueces, insensibles al benéfico objetivo, deciden frustrar el happy end. Ya se asombraba el estadista González de que nadie les dijera lo que tienen que hacer.

Siempre a vueltas con las sentencias y siempre idéntica confusión. Criticar un fallo es legítimo. Pero no estamos en el caso. Nadie sostiene que los acusados fueran inocentes. Se censura a los magistrados por juzgar sus actos en lugar de juzgar el contexto: "la realidad que vive Euskadi". Por interferir en la política, dueña y señora a la que han de consultar antes de pronunciarse. Su yerro imperdonable ha sido establecer que Otegi y el resto seguían una estrategia urdida por la banda. A quién se le ocurre. Atenerse a los hechos es una obsesión malsana. Lo que tenían que hacer -¡y nadie se lo dijo!- era arrojar las pruebas a la papelera, celebrar la ausencia de atentados y agradecer a los procesados su contribución a la paz antes de hacer la suya, que era absolverlos. Díganlo de una vez: la independencia judicial está de sobra.

El lendakari López entiende a quienes se sientan molestos por la condena a los pacifistas, pero su comprensión tiene límites: no quiere regalarles la aureola de víctimas. Barrunta que eso aumentaría el caudal de votos de Bildu. El problema de López y de su partido reside en que los agentes publicitarios del avatar batasuno han sido ellos. Los socialistas le han hecho la campaña desde el instante en que vincularon el fin de ETA al éxito de su nueva franquicia. Sólo desde el doblepensar orwelliano se puede coronar a Bildu como reina de la paz y lamentar después los efectos electorales de tal política.

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