
Hay federaciones del PSOE que quieren que les pongan un ministerio más cerca de casa. Es comprensible. Si te dan un alto cargo, es una lata tener que mudarse a Madrid; y si no te lo dan, un ministerio en las proximidades siempre da esperanza. La cuestión se va a plantear ahora más o menos seriamente en el Congreso de los socialistas. Parece ser que la idea es distribuir sedes de organismos públicos, agencias estatales y empresas públicas por todo el territorio nacional. ¿Por todo el territorio nacional? Eso seguro que no.
La filosofía del asunto, según la ministra Isabel Rodríguez, de Política Territorial, es que "este Gobierno pretende compartir Estado (...) Conseguir hacer y sentir Estado en el último rincón". Hay que decir que Rodríguez olvida que las comunidades autónomas son parte del Estado, aunque algunas de ellas no quieran serlo. Pero lo esencial es que la ministra no fue por la vertiente económica del asunto, que consiste en la posibilidad de que una sede de un organismo, instalada en un lugar deprimido, obre el milagro de la reactivación. Fue por el lado, un tanto místico, de "hacer y sentir Estado en el último rincón", efecto que se conseguiría gracias a la presencia, por ejemplo, de un Instituto Nacional de Ciberseguridad, como el que se puso en León.
En León pusieron ese Instituto, y bien. Pero ¿qué van a poner en Cataluña y el País Vasco? Esa es la pregunta. Si se trata de "hacer y sentir Estado en el último rincón", lo lógico es que se lleven instituciones y organismos a los rincones donde menos presencia haya de la Administración General del Estado. Esos rincones son conocidos y están identificados. Son singularmente Cataluña y el País Vasco. Allí, por obra de los continuos traspasos y transferencias que los Gobiernos centrales han realizado cediendo a las presiones nacionalistas, apenas queda nada que recuerde que, aparte de la autonómica, existe una Administración central.
En Cataluña y el País Vasco sólo quedan vestigios del Estado central, y algunos de ellos se los va a cargar el mismo Gobierno que dice que hay que hacer sentir el Estado en el último rincón. ¿Pero no acaba de traspasar la competencia de prisiones al País Vasco? ¿No se ha sentado a negociar con la Generalidad catalana nada menos que 56 traspasos más, entre los que se incluyen más funciones para los Mossos, a fin de sustituir a la Guardia Civil? Con esto, el testimonial porcentaje de empleados públicos de la Administración central que queda en Cataluña y el País Vasco se reducirá todavía más.
La pregunta no es qué va a poner. La pregunta es si Sánchez se atreverá a poner recordatorios de que el Estado central y España existen en las regiones vasca y catalana. Es pregunta retórica. Ya podemos apostar a que habrá dos zonas del territorio nacional en las que el Gobierno no está pensando en "hacer y sentir Estado".