El Partido Socialista ha entrado en precampaña para las europeas con tremenda carga de propuestas. La síntesis del meollo de la cosa, formulada por la número uno de la lista, es la siguiente: "Vamos a parar a la derecha española, europea y catalana." Esto no significa que Elena Valenciano renuncie a parar a otras derechas que campan a sus anchas, como la gallega, la castellano-leonesa, la extremeña o la valenciana. Se debe a que el enjundioso mensaje político lo dio en Viladecans, provincia de Barcelona. Y se debe a que los socialistas quieren eludir el desafío separatista haciendo como que lo grave, en Cataluña, no es la convocatoria de un referéndum de autodeterminación, sino que allí gobierna la derecha. Que esa derecha gobierne mediante pacto con Esquerra Republicana ha de ser mero detallito sin importancia.
Que un programa electoral consista en "parar a la derecha" semeja normal a fuerza de costumbre, pero démosle la vuelta. ¿Algún partido de centroderecha europeo haría una campaña con el lema "paremos a la izquierda"? Esa retórica es propia de fuerzas minoritarias, no de partidos de gobierno que buscan convencer a una mayoría de votantes. En el PSOE, sin embargo, es costumbre recurrir a la apelación sectaria y al sobreentendido anexo. Con decir que son de izquierdas y están contra la derecha, ¡ya está!, no hace falta más. Se entiende (a buen entendedor) que ellos son los buenos y están contra los malos. Aunque debe reconocerse que este maniqueísmo ha dado resultados. Entre la izquierda puede más la etiqueta, con todas sus promesas de milagros, que el contenido con todas sus realidades decepcionantes. Y lo que más puede y mueve es la llamada al combate contra el enemigo.
Puesto que de elecciones europeas se trata, el enemigo se encuentra a escala continental. Es, como citábamos, la derecha europea, una derecha a la que el PSOE atribuye en exclusiva la austeridad, pasando por alto la variedad política de los gobiernos que ha habido en la eurozona y en la UE durante la crisis, o que el gobierno socialista francés también aplique programas de ajuste. Por no recordar que la primera dosis de recortes en España la aprobó el partido en el que militan Rubalcaba y Valenciano. ¿Forzado? Tal vez, pero pudo haber dicho que no y convocar elecciones.
El aspecto más extraordinario del escueto programa socialista es el milagro que anuncia en caso de que los socialdemócratas ganen en Europa. Auguran que si el presidente de la Comisión es Martin Schulz pondrá a la austeridad de patitas en la calle. Permítanme que lo dude y mucho. No sólo porque ese "alemán muy mediterráneo", en definición de la candidata, pertenece a un partido que ahora mismo gobierna en coalición con la malvada derecha alemana. Ante todo, porque ese partido, el SPD, no ha cuestionado ni cuestiona lo esencial de la política de austeridad. Cuando el PSOE llama a "parar a la derecha", en realidad llama a parar de pensar.