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Cristina Losada

El PP o cuanto peor, mejor

Desde el PP alertaron de que el pacto PSOE-Podemos estaba rubricado, aunque permaneciera oculto. Ha de estar bien oculto, pues no han aparecido pruebas.

Desde el PP alertaron de que el pacto PSOE-Podemos estaba rubricado, aunque permaneciera oculto. Ha de estar bien oculto, pues no han aparecido pruebas.
EFE

Nadie esperaba mucho de la reunión de los equipos negociadores de PSOE, Ciudadanos y Podemos, pero entre los pocos que esperaban algo estaba el Partido Popular, aunque no fuese nada bueno. Lo que espera el PP, como agua de mayo, y nunca mejor dicho, es que Sánchez rompa su asociación con Rivera, o, como dijo el vicesecretario Pablo Casado, que lo deje tirado para echarse en brazos de Podemos. Ese connubio es, en realidad, lo que está esperando y vaticinando el PP, al menos desde que el socialista aceptó presentarse a la investidura.

El inminente pacto del PSOE con los podemitas lo han anunciado portavoces y dirigentes del PP prácticamente cada día, con una insistencia que recuerda a la de esos iluminados que profetizan el Apocalipsis para mañana y cuando no sucede posponen la fecha del letal acontecimiento: siempre encuentran explicaciones para el fallo de la profecía que les eviten cuestionar la veracidad del vaticinio. Todavía no es este el caso del PP, porque aún ve plazo para que su profecía se cumpla. Lo que viene a decir es que no hay que dejarse embaucar por las palabras del socialista ni por sus actos, verbigracia el acuerdo con Ciudadanos, porque la peligrosa alianza con Podemos es lo que le pide el cuerpo a Sánchez, diga lo que diga el propio Sánchez.

Hubo dirigentes populares que alertaron de que ese pacto ya estaba negociado y rubricado, aunque permaneciera oculto. Ciertamente ha de estar bien oculto, pues de momento no han aparecido pruebas de que exista. Los dos argumentos políticos que abonarían esa inclinación del PSOE por las malas compañías son estos: que ya pactó con Podemos en ayuntamientos y comunidades autónomas, aunque se omite la notable excepción de Andalucía; y que Sánchez está dispuesto a todo con tal gobernar, porque le va en ello el liderazgo socialista. El segundo es aplicable a dirigentes de otros partidos, incluido el PP, pero admito que es verosímil. Ambos argumentos obvian, sin embargo, que los socialistas no son del todo inconscientes de los riesgos que correrían si compartieran la mesa del Consejo de Ministros con Podemos. En caso contrario, hubieran pactado un gobierno con Iglesias desde un principio.

Supongo que, con la profecía del pacto PSOE-Podemos, el Partido Popular intenta poner presión sobre el PSOE, agudizar sus contradicciones internas, que diría el otro, y mantener en vilo a su propia base electoral. Esperan, así, que en unas nuevas elecciones esos votantes suyos que se fueron a Ciudadanos regresen a casa, a lo seguro, al único partido que puede parar al frente popular. Pero la gracia del pronóstico del PP es que, si se cumple, no habrá elecciones. Habría seguramente ese gobierno de izquierdas de PSOE y Podemos que tanto dicen temer. Pero ¿lo temen o lo desean? Es una duda motivada por la dedicación con la que pregonan que Sánchez traicionará a Rivera para irse con Iglesias. Y por la impresión de que el PP, antes que permitir un gobierno PSOE-C’s, prefiere que se forme el gobierno de su profecía. Sería así, en cierto modo, una profecía autocumplida. Quizá en Génova, 13 creen, como los revolucionarios de antaño, que "cuanto peor, mejor". Y si no, se comportan como si lo creyeran.

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