El PSC entró por el lateral en el Estado de la Nación con un requerimiento para que abdique el Rey ya mismo. Lo hizo con tal don de la oportunidad que irrumpió en el campo, como un Jimmy Jump, cuando Rubalcaba iba a marcar su discurso en propia puerta. La salida de Pere Navarro cogió por sorpresa a Ferraz, que no tiene espías que le informen de las soluciones a los males de la patria que pergeñan en la calle Nicaragua. El que siendo ministro dijo saberlo todo de todos no sabe nada del partido gran hermano. Puesto ante los hechos consumados, se ha de limitar a pronunciarse en desacuerdo. El PSC no sólo apoya el derecho a decidir, sino que también lo ejerce. Hace y dice lo que le da la gana, en permanente desafío a la autoridad del secretario general y a las expectativas de sus (antiguos) votantes.
Como otras de sus posiciones, ésta de reclamar la inmediata abdicación del Rey es una hijuela de su perenne imitación del nacionalismo, el detalle revoltoso de un trastrueque constitucional al que llaman segunda transición. El nacionalismo sueña, en los días pares, con aunar la independencia y el pacto con la Corona. El PSC aspira a que el príncipe Felipe sea la partera de una España confederal que andaría bajo el nombre de Federal por el mundo. Pero quién sabe. Se dice mucho que la política está alejada de la calle y no es así: hay partidos que son su fiel reflejo. La calle, conste, no es la sociedad civil. En la sociedad civil, el individuo configura el grupo; en la calle, el grupo configura al individuo. Como no tenemos sociedad civil, y menos en Cataluña, sólo tenemos calle. Y Navarro, que tiene una calle nacionalista, le ofrece la decapitación del Rey, que por algo mentó en la misma tirada la revolución francesa.
Quién sabe si el PSC sabe lo que quiere. Lo único evidente es que quiere desgastar a Rubalcaba, aunque bien se puede ahorrar el esfuerzo. Igual le pasa como al ingenioso hidalgo, que cuando va a hacer las cien locuras que hizo Orlando al saber de la infidelidad de Angélica y Sancho le replica que Dulcinea no le ha dado motivo ninguno dice:
Volverse loco un caballero andante con causa, ni grado ni gracias; el toque está en desatinar sin ocasión para mejor servir a su dama.
Ah, la dama de Esplugas y Olula, la lady-in-waiting. Como sigan desatinando sus caballeros va a heredar un partido agonizante y otro difunto. El PSC, en cualquier caso, abdicó hace mucho tiempo.